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Transnacionalización a la boliviana

Hace pocos días, Página Siete publicó una serie de notas por demás interesantes acerca de las vinculaciones internacionales económicas de los comerciales paceños de origen aymara, que hacen negocios directamente en China desde hace varios lustros. Así, nos enteramos un poco más de estos grupos de emprendedores, que hacen lo que sensatamente hace cualquier capitalista que se respete: expanden su capital, diversifican su oferta y se articulan a sus proveedores, todo con el fin de generar ganancia y acumulación.

Los comerciantes bolivianos viajan y exploran las ferias comerciales y las fábricas de esa gran abastecedora mundial de manufacturas que es la China, hacen lo necesario para superar las barreras del lenguaje y de la cultura; desarrollan estrategias para sentar presencia allí y mandan a sus hijos a estudiar y quedarse como enlaces binacionales. Algunos están pensando en expandir sus contactos hacia Egipto e India, dos potenciales proveedores de mano de obra barata y de calidad. De esa manera llegamos a consumir aceites, herramientas, textiles y otros artículos de uso cotidiano con marca boliviana pero “made in China”. Por ahora, se trata de manufactura sencilla. Se puede asumir que, en el futuro, consumiremos artefactos electrónicos y hasta celulares de marca nacional y fabricados en Asia.

El salto hacia la China y la mayor presencia boliviana en ultramar marcan dos tipos de avances. Primero, para que los grupos empresariales lleguen a China sin intermediación, la masa de capital acumulado por los grupos empresariales urbano populares ha debido crecer significativamente en estos años. Segundo, cualitativamente, el movimiento hacia China y luego, eventualmente, hacia otras regiones del mundo  significa que este segmento empresarial considera que cualitativamente las opciones para acrecentar su capital en Bolivia han llegado a su límite: no encuentran forma de hacer manufactura en nuestro país, que sea tan rentable y a tan corto plazo como traer (por dar un ejemplo) la marca de herramientas Uyustusbol desde China.

Pretexto mandado a hacer para recordar que el capital ignora fronteras nacionales cuando se trata de acrecentarse y se reproduce según las condiciones que se le presentan en cada momento determinado. ¿Por qué la riqueza se va de un lado al otro? Mejor dicho: ¿por qué le es funcional tender puentes de miles de kilómetros de distancia, para poner a disposición del mercado boliviano manufactura que se puede hacer en la China, en la India, en Egipto o por último en Bolivia, pero decide no hacerla en el país? Y ya que su columnista anda de preguntón, ¿por qué no pensar en algún momento que comerciantes bolivianos penetren el mercado de, por ejemplo, Zambia, con manufactura india? Todo es cuestión de empeño, contactos, audacia y… plata.

El capital boliviano está dando algunos pasos que lo podrían convertir en capital transnacional. Vemos solo los primeros intentos, no significa que la realidad inexorablemente culmine con grandes transnacionales de origen boliviano operando entre Asia, África y América Latina. Pues dependerá del desempeño de la economía mundial, de las capacidades empresariales y de lo que algunos califican de “suerte”.

Y, entonces, ¿dónde queda nuestra meta (del bicentenario) de superar el patrón primario exportador? Puesto de otra manera, ¿es el Estado el único actor responsable de la industrialización? Haciendo abstracción de la diferencia de tamaños, yo diría que miremos a China: algo han hecho los chinos para motivar que nuestros empresarios gasten su plata (excedente generado en el mercado boliviano, pues) en manufactura china, que genera riqueza industrial y empleos industriales en China.