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El autogobierno llama dos veces

Se suele decir con razón que el Art. 2 de la Constitución es el más avanzado, digamos el que marca la esencia de lo plurinacional en el nuevo modelo de Estado. ¿Qué dice este artículo? Garantiza la libre determinación de las naciones y pueblos indígena originario campesinos (IOC) con base en el reconocimiento de su derecho al autogobierno según normas, procedimientos y saberes propios. Garantiza también la consolidación de sus territorios. La realización de este principio se llama autonomías IOC.

Pues bien. Transcurridos más de cinco años de vigencia del (ya no tan) nuevo texto constitucional, 2014 podría ser el año del autogobierno indígena en Bolivia. Al menos de sus primeros cauces institucionales. Podría ser, digo, porque depende de voluntades, plazos fatales, órganos públicos… Si concurren esfuerzos, como se espera, lo menos que habrá de celebrarse es la afirmación de dos autonomías indígena originario campesinas en el país: la de Totora Marka y la de Charagua. Podría (no) ser.

¿Qué falta? El último paso formal en esta carrera de obstáculos: el referendo aprobatorio de sus estatutos autonómicos. Totora Marka ya cuenta con declaración de constitucionalidad plena y ahora está a la espera de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) viabilice y convoque la consulta. Charagua, en tanto, está a merced del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) para la declaración constitucional tras realizar los ajustes requeridos en su estatuto. El curso del proceso, pues, en esta fase, depende del TCP y del TSE.

Claro que si hubiese voluntad y celeridad, en especial del TCP, este año podrían constituirse razonablemente otras tres autonomías IOC. Me refiero a las de Pampa Aullagas, Mojocoya y Uru Chipaya. Vea usted. En los tres casos sus estatutos autonómicos están congelados (esa es la palabra) en el TCP ¡desde hace 16 meses! Y el Tribunal, pese a reiteradas promesas, aún no se pronuncia. Demasiada indolencia. Queda la esperanza de que con su nuevo presidente las cosas cambien.

Pero más allá de las dificultades, tropiezos y lentitudes (pero también de los avances, persistencia y brío de las naciones y pueblos indígena originario campesinos) circulan algunas inquietudes en torno al autogobierno: ¿acaso las naciones y pueblos IOC no son autónomos, sin estatutos escritos, sin permiso, desde hace siglos?; ¿a qué tanta barrera, tanto formalismo, para su reconocimiento estatal?; ¿qué tan compleja/complicada debiera ser, “en el marco de la unidad del Estado”, la libre determinación? Preguntas.

Esta cuestión es importante porque, como bien se ha dicho, las autonomías indígena originario campesinas constituyen la esencia de la plurinacionalidad del Estado. Más acá de los principios constitucionales, pues, más allá de lo simbólico y sus inclusiones, únicamente podremos hablar de Estado plurinacional, en rigor, cuando se hayan constituido plenamente en el país  (parafraseando a Guevara) dos, tres, muchas autonomías indígenas. La garantía de derechos no radica en su reconocimiento, sino en el pleno ejercicio.

¿El autogobierno indígena con cualidad estatal está tocando la puerta? Podría (no) ser. Los siguientes meses son decisivos. Lo evidente, en todo caso, es que el “proceso estatuyente” indígena originario campesino (a diferencia de lo que fue el fallido/separatista atajo estatuyente de las élites mediolunáticas); el proceso autonómico IOC, digo, por su naturaleza, su horizonte, es un fuerte impulso para el proceso (pos)constituyente en Bolivia. Buena noticia frente al dato de la prematura desconstitucionalización.

Totora Marka, en Oruro. Charagua, en Santa Cruz. Precursores. Ambos debieran aprobar en octubre de este año, en referendos concurrentes con las elecciones generales, sus estatutos autonómicos. Luego vendrán otros. Y les seguirán muchos más. Disculpen la certeza. El autogobierno indígena ya está aquí.