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Thursday 28 Mar 2024 | Actualizado a 12:52 PM

Para inventarla

Los más felices son los países nórdicos, de cuyos habitantes tenemos la imagen de gente seria

/ 20 de marzo de 2014 / 07:51

Quiero ser feliz, pero no todo el tiempo, porque se volvería rutina y ya no sabría qué es la felicidad. Tener problemas, sentirte solo, decir adiós cuando no quieres, hace la diferencia”, decía una joven de 28 años. “Soy feliz sólo a ratos, la felicidad eterna no existe”, fue la respuesta de un chico de 16 años. Ambos reaccionaron de esa manera a la pregunta ¿eres feliz?, a propósito de la celebración del Día Internacional de la Felicidad, instituido por las Naciones Unidas desde 2012 y que se celebró por primera vez el 20 de marzo de 2013.

La propuesta para celebrar la felicidad fue del Reino de Bután, una nación con 720.000 habitantes y que en 1949 dejó de formar parte de la India. En este pequeño país se mide el Producto Interior Bruto del nivel de felicidad de la población, desde la década de 1970. El primer ministro de Bután, JigmeThinley, argumentó que la felicidad en su país es un mandato constitucional, basado en el desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo, la preservación y promoción cultural, la conservación del medio ambiente y el buen gobierno. El Reino de Bután es el país más feliz de Asia.

Según la medición que realiza la Universidad de Columbia en 156 países de todos los continentes, la nación más feliz del mundo es Dinamarca; le siguen Noruega, Suiza, Holanda, Suecia, Canadá y Finlandia. En resumen, los más felices son los países nórdicos, de cuyos habitantes tenemos la imagen de gente seria, poco alegre.

La felicidad, que es una aspiración de todo ser humano, también puede ser considerada como una medida del “progreso social”, aclara el informe, que explica que para lograr este objetivo es necesario que se la mida “como una evaluación (¿está contento con su vida en general?)” y “no como una emoción (¿quedó satisfecho ayer?)”, pues, de lo contrario, podría “inadvertidamente disminuir la voluntad de la sociedad para luchar contra la pobreza”. El estudio  mide tres factores:

—El bienestar que los habitantes de una nación dicen tener.

—La esperanza de vida con la que cuentan.

—La huella ecológica de una nación.

Una resolución de la Organización de las Naciones Unidas emitida en julio de 2011 resalta la importancia de estudiar la felicidad de cada país como una herramienta que ayude a guiar el desarrollo de sus políticas públicas; dicho de otra manera, es como encender el faro que guíe a los navegantes para no confundir abundancia con derroche, bienestar con vagancia. La felicidad viene con el esfuerzo, con el trabajo por alcanzarla y tras lograrla todavía exige mayor tesón para retenerla aun sabiendo que su mayor virtud es ser efímera.

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Para inventarla

Los más felices son los países nórdicos, de cuyos habitantes tenemos la imagen de gente seria

/ 20 de marzo de 2014 / 07:51

Quiero ser feliz, pero no todo el tiempo, porque se volvería rutina y ya no sabría qué es la felicidad. Tener problemas, sentirte solo, decir adiós cuando no quieres, hace la diferencia”, decía una joven de 28 años. “Soy feliz sólo a ratos, la felicidad eterna no existe”, fue la respuesta de un chico de 16 años. Ambos reaccionaron de esa manera a la pregunta ¿eres feliz?, a propósito de la celebración del Día Internacional de la Felicidad, instituido por las Naciones Unidas desde 2012 y que se celebró por primera vez el 20 de marzo de 2013.

La propuesta para celebrar la felicidad fue del Reino de Bután, una nación con 720.000 habitantes y que en 1949 dejó de formar parte de la India. En este pequeño país se mide el Producto Interior Bruto del nivel de felicidad de la población, desde la década de 1970. El primer ministro de Bután, JigmeThinley, argumentó que la felicidad en su país es un mandato constitucional, basado en el desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo, la preservación y promoción cultural, la conservación del medio ambiente y el buen gobierno. El Reino de Bután es el país más feliz de Asia.

Según la medición que realiza la Universidad de Columbia en 156 países de todos los continentes, la nación más feliz del mundo es Dinamarca; le siguen Noruega, Suiza, Holanda, Suecia, Canadá y Finlandia. En resumen, los más felices son los países nórdicos, de cuyos habitantes tenemos la imagen de gente seria, poco alegre.

La felicidad, que es una aspiración de todo ser humano, también puede ser considerada como una medida del “progreso social”, aclara el informe, que explica que para lograr este objetivo es necesario que se la mida “como una evaluación (¿está contento con su vida en general?)” y “no como una emoción (¿quedó satisfecho ayer?)”, pues, de lo contrario, podría “inadvertidamente disminuir la voluntad de la sociedad para luchar contra la pobreza”. El estudio  mide tres factores:

—El bienestar que los habitantes de una nación dicen tener.

—La esperanza de vida con la que cuentan.

—La huella ecológica de una nación.

Una resolución de la Organización de las Naciones Unidas emitida en julio de 2011 resalta la importancia de estudiar la felicidad de cada país como una herramienta que ayude a guiar el desarrollo de sus políticas públicas; dicho de otra manera, es como encender el faro que guíe a los navegantes para no confundir abundancia con derroche, bienestar con vagancia. La felicidad viene con el esfuerzo, con el trabajo por alcanzarla y tras lograrla todavía exige mayor tesón para retenerla aun sabiendo que su mayor virtud es ser efímera.

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Detrás del azúcar

Tomás y su familia no pueden irse mientras no paguen. Esta modalidad se llama servidumbre por deudas

/ 23 de enero de 2014 / 07:11

Estoy aquí porque debo Bs 1.000, me he endeudado con el contratista, no puedo irme del campamento hasta que no pague lo que debo por comida, alguna ropa también que he comprado”. Son las palabras de Tomás, un potosino que trabaja en la zafra de azúcar en Santa Cruz. Habla en la  entrada de su carpa hecha de plástico azul y piso de tierra. Desde allí se ve el interior: una hamaca donde cuelgan ropas para todas las edades, una mesa con una hornilla encima, debajo la garrafa, en una esquina un televisor prendido, una gallina dando vueltas, en ese espacio de 4 x 4 viven, o sobreviven, al calor, la lluvia, la fatiga, este hombre, su esposa (también de Potosí) y sus seis hijos, entre 12 y 1 año de edad.

Tomás y su familia no pueden irse mientras no paguen. Esta modalidad se llama servidumbre por deudas, es lo más parecido a la esclavitud. A su carpa llegan los capítulos de la telenovela de moda, los chismes de la farándula mediática, pero no sabe quién es el dueño de la caña que corta, menos aún que su trabajo es parte de los 8 millones de quintales de azúcar que producen los ingenios de Santa Cruz y Tarija, y que generan $us 125 millones anuales. Cifra inimaginable para cualquiera, con mayor razón para alguien que recibe Bs 25 diarios por su trabajo y que gasta Bs 23 en su almuerzo del día.

Visitar un campamento de zafra entre mayo y noviembre es un viaje  al siglo XVIII, salvo por el plástico, el televisor y otros objetos más cercanos a este siglo XXI. Peor aún es la situación de las mujeres que trabajan cortando la caña, invisibles a la hora del pago, puesto que solo “acompañan”, vienen de “yapa” cuando el contratista “engancha” al marido o concubino. De los 30.000 trabajadores de la zafra en Santa Cruz, 7.200 son mujeres, 6.600 son niños, niñas y adolescentes. Es decir que 13.800 personas trabajan, viven en los campamentos, toman el agua contaminada del pozo, pero en las listas no existen.

Y aunque hay acuerdos con los dirigentes sindicales para no contratar niños y pagar a las mujeres, la verdad es que esos acuerdos no se cumplen. Doña Flora contó que diez años antes la había traído un contratista que llegó a su comunidad en Potosí y sin darle tiempo a pensar la subió a un camión lleno de gente, pasaron toda la noche viajando, al llegar al campamento los metieron en unas barracas y les dieron machetes para ir a trabajar. Le costó meses sanar las heridas que le ocasionaron los mosquitos, tenía escalofríos a 30 grados de temperatura, su cabello se llenó de piojos, a mediodía no sabía si estaba flotando en el aire o si pisaba tierra porque el calor le hacía alucinar. Los propietarios, los gerentes, los administradores conocen esta realidad.

¿Disminuirían mucho sus ganancias si sus obreros dejasen de ser tratados como esclavos?

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