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¿Libertad de elegir candidatos o programas?

Una de las premisas del liberalismo de Milton Friedman y escritas en piedra se trata de la Libertad de escoger, libro muy difundido en los medios académicos en los 90, en el que  “la libertad económica es un requisito esencial de libertad política”.

Obviamente, en democracia, la libertad política se manifiesta en la libertad de elegir, en que los ciudadanos con base en la información que disponen están dispuestos a votar.

La experiencia de otros países como Estados Unidos y Chile muestra que están de moda las elecciones primarias. Según Wikipedia, “una elección primaria… es una elección en la cual los votantes bajo una jurisdicción seleccionan al candidato o candidata que un partido presentará a una elección pública posterior. En otras palabras, es una forma democrática de preseleccionar el candidato que un partido presentará a un proceso electoral determinado”. Sin embargo, parecería que el sistema de encuestas está reemplazando al sistema electoral y que “una muestra representativa” sustituiría al conjunto de los militantes de un partido, que por supuesto deberían estar inscritos en el registro electoral, como sucede por ejemplo en Chile, para participar en las primarias. Además, el problema de fondo sería quién escoge a la consultora y quién paga la encuesta.

Lo ideal en cualquier elección es que se vote por una propuesta, no por un afiche, y por un programa económico. Este aspecto cobra alta importancia cuando después de un modelo neoliberal prevaleciente entre 1985-2005 se está aplicando un  modelo distinto, llámese de economía plural o modelo social, productivo y comunitario, en especial en cuanto al rol del Estado en la economía y en el marco de una nueva Constitución Política del Estado.

Y lo que he estado observando en estas preliminares del proceso electoral, que, aparte de la agenda patriótica 2025, lo que se están barajando son alianzas o pactos en torno a notables o figuras políticas de distinta formación y experiencia política, pero que sin que medie ninguna discusión previa sobre el proyecto nacional ni menos sobre el modelo económico. La búsqueda de la unidad me parece importante, pero la pregunta es en torno a qué programa. Lo que me preocupa es que después de llegar a un acuerdo preliminar el programa sea lo de menos y quede como una pieza de declaración contra la corrupción, el narcotráfico y la inseguridad ciudadana.

Me preocupa si gana la oposición: ¿cambiarán la Constitución Política convocando a una nueva constituyente o harán una encuesta constituyente? ¿Cerrarán YPFB? ¿Eliminarán al Juancito Pinto y a la Juana Azurduy? ¿Aumentarán la edad de jubilación? ¿Flotará el tipo de cambio?’¿Decretarán la libertad financiera irrestricta? ¿Promoverán la federalización del país? Es decir, si fuera un inversionista extranjero estaría preocupado por el triunfo de una oposición, que no tiene un programa económico y reglas claras.

Estamos a tiempo para que el debate sea programático y que las alianzas se formen con base a un eje programático y no un enemigo común. Y recojo la propuesta de Rolando Morales, que dice que el Tribunal Electoral debe publicar los programas de los partidos y candidatos, y se distribuya gratuitamente a todos los bolivianos, para que tengamos información en el momento de ejercer la libertad de elegir.  ¿Si me llama una encuestadora por quién voto?