Crimea, lo erótico de lo geopolítico
Para poseer en el nuevo juego de la diplomacia internacional, hay que ser avanzado. Los audaces siempre coronan. Así lo deja entrever el Rasputin del Lobby aunque Ángela Merkel lo describe como Zarputin. Y Vladimir es un hombre poderoso. Eso se le nota en la mirada. Puede doblegar a sus adversarios con alzar la voz y compensar su falta de tamaño. No se obnubila con el poder como los delirantes zares. Él tiene un sentido firme de la realidad. Obligó a Yeltsin a retirarse a sus cuarteles de invierno antes que destrozara de manera definitiva el país. Rescató Rusia de la ruina. Negó a la Unión Europea (UE) un posible concubinato. Con proyecto de país propio relanzó la potencia mundial. Se puede hablar mucho de sus trucos autoritarios, democracia amañada, derechos humanos, crueldad al perseguir oligarcas corruptos que se enriquecieron desvalijando al Estado y llevando sus fortunas al extranjero; de cómo trató a sus enemigos políticos, homosexuales, etc. Él dispuso que Crimea regrese a Rusia. Una decisión de ese tipo no se toma en un arrebato de locura, es bien pensada y planificada. Vladimir confirmó que es un conquistador. Muchas naciones le piden: te quiero ahora dentro de mí.
En la mitología griega, la manzana de la discordia fue para la más bella. París decidió entre todas las diosas que fruta de oro debería ser para Afrodita. Ucrania es la más bella. Dicen que allá están las mujeres más lindas del mundo. Ellas diariamente visten de gala como si asistieran a una fiesta. Ucrania representada en el mapa geopolítico, como en la Alegoría de Venus, el erotismo del amor prohibido y sus consecuencias trágicas de la envidia y los celos. El desengaño de su clase política que decidió convertirse en el patio trasero de Europa y no en el de Rusia. Instinto de preservación para los nacionalistas. La nación debe tener una identidad y un idioma; si éstos se pierden ya no queda nada de la patria. Pero Ucrania depende tanto de Rusia que unirse a ella debería ser lo más lógico. Tras la caída del muro de Berlín, Europa, en contubernio con Estados Unidos, arrinconó Rusia a sus fronteras; con la ilusión del desarrollo económico quisieron dejarle sin influencia sobre las ex repúblicas soviéticas. Albergaron a los oligarcas convirtiendo a Londres en la capital del lavado del dinero ruso malhabido. ¿Con qué moral pueden negar a Crimea la anexión con los antecedentes de Kosovo?
¿Por qué Ucrania es tan importante? Ella tiene la llave de ingreso a Europa; no solo los oleoductos, sino los granos. Los que entienden de agricultura saben que después de la dependencia energética de Europa viene la alimenticia. Rusia quiere convertirse en el gran proveedor de cereales. En contrapeso la UE quiere recuperar al viejo granero de la URSS y eso lo saben las transnacionales del agro como Dupont Pioneer Seeds y otras que vienen desde hace años invirtiendo en Ucrania, hasta el punto que en estos momentos allí se produce más trigo y maíz que en Australia.
Pero el hogar está dividido. La clase política ucraniana que nunca pudo enfilar un proyecto independiente se enfangó en sus miserias hasta deslegitimarse. Como Joelia Tymoshenko, de quien el propio Mr. Euro Jeroen Dijsselbloem pidió que aclare el origen de sus cuentas secretas en Estados Unidos. Y así se fueron incubando los odios entre la población rusa parlante y la ucraniana. Los peligros que significa ser rusófilo en el resto del país y nacionalista ucraniano en Crimea.
En lo erótico de la geopolítica es Putin quien da ahora las nalgadas, a despecho de la UE extraviada en el laberinto de la recuperación económica. El gobierno de Mr. Drone Obama sólo mira con recelo y amenaza con sanciones. Y los medios de comunicación que ya anunciaban la guerra, ahora se comen sus palabras. La guerra ya no es posible sin el permiso del mundo de los negocios. Solo somos los pobres los que nos agarramos a tiros y nos pegamos patadas. Los ricos civilizados pelean en el Lobby.