Quien siembra amor cosecha amor, eso me quedó claro al sentir la tristeza que causó la partida de Cecilia Quiroga San Martín (54), la videasta y socióloga que más allá de haber aportado mucho al audiovisual boliviano y ser su referente como directora del Conacine y gestora de Ibermedia, fue una persona transparente y de buen corazón.

A Ceci, como le decían sus amigos y conocidos con mucho cariño, tuve la suerte de conocerla mientras ella era la encargada de Comunicaciones de la Fundación Friedrich Ebert. Al conversar con ella, era evidente su calidad humana y su esperanza en la vida.

Una mujer fuerte, luchadora, pero con una dulzura innegable. Siempre que alguien me habló de ella lo hizo con mucho cariño. Estas personas fueron sus exalumnos universitarios, sus amigos, colegas y, desde luego, su hijo Marcelo Cordero, crítico de cine, quien me dijo que lo que ella les enseñó a él y a su hermano fue a creer en las personas y ayudar al otro.

Lo que yo recuerdo de Cecilia es que cuando nos reencontramos en un taller de periodismo hace un año estaba ya aquejada por una artrosis, pero no dejaba de sonreír y ser optimista con la vida. Me preguntó cómo estaba, siempre atenta y sensible con los demás. Me comentó que quería inscribirse a clases de natación y siempre regalaba alguna frase optimista . El 7 de abril, una tromboembolia pulmonar segó su vida; la noticia conmocionó a muchas personas, y en su velorio, con una sala totalmente llena, se evidenció el cariño que había sembrado.

Ese día me reencontré con Briyan Soukup, a quien mucha gente llamaba el hijo adoptivo de Cecilia, porque además de haber sido su alumno, su colega en el trabajo, su pupilo, era su confidente, como ella solía decir.

Las palabras que él me dijo sobre Cecilia me llegaron al corazón porque sintetizan todo el cariño que ella supo dar a la gente. Por eso le pedí permiso a Briyan para compartirlas en esta columna. “Fuiste una persona muy especial en mi vida, tus consejos, tu pasión por todas las actividades que hacías, la calidad humana que te caracterizaba, la lealtad para con los amigos, la humildad y sencillez con la gente son valores que nunca dejaré de replicarlos, te extrañaré puesto que te convertiste en una mamá para mí”, dijo Soukup.

Con esas palabras reconfirmo que más allá de nuestros logros o conquistas en lo laboral o material, el triunfo más grande es que la gente te guarde en su corazón. Es cosechar amor y Cecilia Quiroga supo hacerlo. Hasta siempre, Ceci, porque vives en el recuerdo y el corazón de las personas que te conocieron.