Icono del sitio La Razón

¿Juan-Ernesto? viraje sorpresa

La ecuación que lograría el milagro yace ahí, tendida sobre la mesa. Se habla con insistencia de que Juan del Granado y Ernesto Suárez Sattori podrían capitanear a la oposición a lo largo de la dura confrontación electoral que se avecina. La lógica parece ser el mejor soporte de este rumor disperso.

De entre los potenciales postulantes, Del Granado es el que más tiempo lleva recorriendo barrios y comarcas. Es también el único que ha logrado transferir su cargo de manera exitosa, y por ello no está obligado a ninguna reelección, como sí ocurre con Rubén Costas o Luis Revilla. Es también, por edad, el que más rápido precisa dar el salto final, mientras el resto tiene sobrados motivos cronológicos para echar mano de cierta paciencia.

Similares rasgos ostenta Ernesto Suárez. Tras vencer sin postular en la elección del Beni, tiene las manos libres para invertir sus empeños en la campaña más complicada, pero al mismo tiempo, más esperanzadora, que la oposición va a encarar en los últimos años. Pero el exgobernador tiene un atributo más. Organizó, junto a Doria Medina, la exitosa operación que dejó fuera a Jessica Jordan y al MAS de su casi cantada victoria en la gobernación de su departamento. En tal sentido, su designación como candidato vicepresidencial atrae tanto las simpatías de los verdes de Rubén Costas como las de los amarillos de Unidad Nacional (UN). ¿Será que Suárez consigue persuadir a Doria Medina de que termine de cerrar el triángulo? Dado que la identidad mayor de UN gira alrededor del proyecto unitario, único requisito imprescindible para frenar al MAS, las posibilidades de que termine subiéndose a este nuevo frente son bastante altas. Habrá que ver.

La mera unidad total de la oposición, así se haya construido sobre la base de ambiciones personales o apremiantes apetitos, ya plantea un escenario nuevo de cara a los próximos comicios. Del Granado y Costas han huido, sin grandes daños colaterales, de la polaridad izquierda-derecha. Su apretón de manos ha instalado un nuevo espectro de alineamiento: pluralismo versus autoritarismo. Sin duda que el MAS buscará que se imponga el esquema original con el que ha vencido antes; es decir, el antagonismo entre el futuro de “desarrollo y redistribución”, y el pasado de “angurria y lucro”. Tiene todos los recursos para implantar esa disyuntiva entre los electores, pero jugaría más relajado si la oposición se dispersa fracturada.

Otro dato llamativo que surgiría de la construcción de un Frente súper Amplio es que el país tendría al fin la puerta abierta para volver a contar con un sistema de partidos dotado del anhelado equilibrio de poderes. Sin mellar demasiado la hegemonía edificada por Evo Morales, se abriría paso a una verdadera disidencia responsable por la que los gobernantes verían desvanecerse los incentivos, que ahora poseen, para equivocarse impunemente. Provistos de un contrapeso efectivo, desde donde se investiguen con seriedad los yerros gubernamentales, los oficialistas, cualesquiera que sean, mejorarían con creces su desempeño actual. Bienvenida entonces la esperanza de un nuevo contrapoder.

Es periodista.