Empleo digno
Aún estamos lejos de poder aseverar que el empleo en Bolivia sea digno y sostenible
Concluidos los actos conmemorativos del Día del Trabajo, que incluyeron la promulgación del DS de incremento salarial, la entrega de infraestructura para el albergue temporal de los dirigentes sindicales y la tradicional marcha de los trabajadores, quienes volvieron a ingresar a la plaza Murillo después de 43 años, corresponde evaluar las condiciones del empleo en Bolivia.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 6% de la población económicamente activa se encuentra desempleada; hecho que a primera vista implicaría que casi todos los que buscan empleo en el país logran encontrarlo. Buenas noticias y a seguir festejando.
Ante esta evidencia cuantitativa, que deviene de leer los fríos datos estadísticos, el debate sobre el empleo podría reducirse a desentrañar por qué seis de cada 100 bolivianos no quieren/pueden trabajar. Esto a menos que se encuentren elementos sorpresa en esta labor de autopsia analítica sobre el mercado laboral, y que revelen una realidad distinta a la expuesta por las cifras respecto de las condiciones laborales en Bolivia.
Tomando en cuenta esta última posibilidad, resulta más que relevante (y rozando en lo vital como el salario mínimo que logre cubrir la canasta básica familiar) considerar necesariamente un par de elementos que explicarían la calidad y sostenibilidad de un trabajo: el originador del empleo, primero, y segundo, el sector económico que demanda mayor mano y “mente” de obra.
De acuerdo con la base de datos censal que proporciona el INE, el 65% de la población que cuenta con una ocupación laboral es no asalariada. Esta cifra conlleva a inferir que el empleo de la mayoría de los trabajadores es por cuenta propia, temporal y sin remuneración fija. Primera conjetura, el originador de la mayoría de los puestos de trabajo son agentes informales, con serias limitaciones de contratar personal dentro el régimen de la Ley General del Trabajo.
Si se analiza la generación laboral desde la perspectiva del sector económico, los datos expresan que el 35% del empleo se concentra en actividades comerciales; actividades que, al no ser parte de un proceso de transformación y generación de valor agregado, son las que requieren de menor capacitación y tecnificación. Segunda conjetura, el sector económico que concentra el mayor porcentaje de la población ocupada no demanda trabajadores especializados.
Resulta innegable que todo trabajo dignifica al ser humano, pero a la luz y muchas sombras que emergen de la estadística oficial contrastada con el cotidiano de las calles, aún estamos lejos de poder aseverar que el empleo en Bolivia sea digno y sostenible. En este sentido, para aproximarse mejor a la realidad, no debería mezclarse el trabajo productivo y formal con el subempleo de supervivencia en la tasa de desocupación, que hoy ronda el 6%.