¡Ánimo, Christian!
No es la primera batalla que libras en cuanto a tu salud. ¡Admirable Christian Galindo!
Estimado amigo y compañero: quizás ésta no sea la circunstancia adecuada ni oportuna para escribirte una misiva, toda vez que tu salud aún requiere de ciertos cuidados, tanto corporales como sensitivos, pero me permití plasmarla de todos modos confiado en tu buen juicio y tu calidad humana.
Decía yo y me preguntaba anoche cómo es que habían transcurrido ya 46 días desde aquel infortunado suceso (accidente de tránsito) y recordaba esas primeras horas y lo que sucedía en estas instalaciones. Fueron momentos de gran zozobra entre todos quienes tenemos el favor de contar con tu amistad.
Pero bueno, ha pasado este tiempo y es reconfortante saber que lo más grave quedó atrás y que vas en proceso de una franca recuperación, lo que nos alivia sobremanera. En lo personal, apreciado Galindo, dos hechos posteriores me han conmovido y que quisiera comentártelos a continuación.
Decirte que pocas veces había visto reflejada aquella frase de que uno debería dar la vida por un ser querido; y eso lo comprobé en tu entorno más próximo. Me dejó impresionado el fervor con el que tu familia cuida de ti, tanto que al parecer ha renunciado casi por completo a sus tareas diarias para permanecer a tu lado.
Me dirás que ya lo sabes, pero quise manifestártelo desde este lado, además habiendo observado otros casos en tu mismo centro hospitalario, donde tantos pacientes ven transcurrir los días solos y abandonados, sin más visita que la de un médico indiferente. ¿Te das cuenta?; si estar enfermo ya es un sufrimiento, sufrir solo debe ser desolador.
Pero… ése no es tu caso. Y hablando de familia, y ya que me permití referirme a los tuyos, a tu vínculo sanguíneo, quisiera ahora hacerte conocer que tu otra familia, la que trabaja acá contigo, “aquel día” algunos de ellos rozaron la “terapia intermedia”, y jornadas después —enterados de tu mejoría— pasaron al siguiente diagnóstico: “salud estable”.
Esa misma gente, me refiero a tus compañeros/as de trabajo, se han movilizado como idea no tienes para dejar bien sentado que esos dos grandes valores humanos como son la amistad y la solidaridad deben ir de la mano. Y ello en esta empresa se ha convertido en un precepto. ¿No te emociona?
Con todo, creo yo que eres un hombre muy bendecido y, por añadidura, dueño de una extraordinaria fortaleza, pues no es la primera batalla que libras en cuanto a tu salud. ¡Admirable Cristian Galindo!
Bueno, recibe un fuerte abrazo, ¡ánimo y mucha fuerza!