Icono del sitio La Razón

Gracias al trabajo

Gracias al trabajo podemos poner la vida en movimiento, disfrutar de las horas, de los paisajes, disfrutar de la salud, de la buena música, disfrutar de la comida, de una casa, de la lectura de un libro, de una película, en fin disfrutar de la vida.

El trabajo, desde una visión racional y androcéntrica, es una característica de la humanidad, y comprende por humanidad principalmente al hombre y no a la mujer. Este es un pensamiento patriarcal  de una influencia muy grande en el pensamiento político en el mundo, y por supuesto también en nuestro país. Todavía la clase obrera boliviana no se mira al espejo y descubre que somos indígenas que hemos migrado a las ciudades y centros de producción capitalista para nuestra explotación; y rápidamente olvida lo aprendido de las abuelas y los abuelos sobre pedir permiso a la Pachamama o agradecerle cuando nos va bien. Esta mirada desde nuestros pueblos originarios no se ha incorporado en el discurso ni en las concepciones del trabajo.

Esta ceguera tiene que ver con una concepción del empleo que no logra desprenderse de su ligamen intrínseco con su significado de fuerza de trabajo que produce mercancía y de su dependencia del salario. No hay una reflexión que nos conduzca a recuperar el trabajo para el disfrute de la vida con justicia social, que es la base para el vivir bien, y que no tiene nada que ver con el desarrollo. Este hecho conduce a consecuencias como la de ver solo o principalmente al capitalismo, al neoliberalismo y al imperialismo, y pensar que todo lo demás se somete a estas reglas económicas; así se pierde de vista hasta la propia economía, que ya hoy se limita a interpretar al capitalismo en sus diferentes formas históricas como en los 70 el imperialismo yanqui y hoy el    neoliberalismo transnacional.

Pero miren que sesgada e injusta es la mirada de los trabajadores. El 1 de mayo ha sido un momento emocionante de manifestación de la clase obrera y el mundo del trabajo en Bolivia. ¡Genial esa marcha multitudinaria! Veamos, sin embargo,  el balcón presidencial, ocupado únicamente por hombres. Si había alguna mujer sería por atrasito. Este es un hecho fundamental en la visión que tienen de sí los trabajadores: “los hombres trabajan, las mujeres ayudan, no trabajan”. Imposible para nuestros compañeros trabajadores, que todavía son patriarcales y machistas, mirar que las mujeres estamos haciendo trabajo de servidumbre para el capital, y que, por lo tanto, generamos plusvalía a través del trabajo doméstico no pagado, trabajo que va a los bolsillos del empresario capitalista y que al marxismo y a la clase obrera representada en la Central Obrera Boliviana (COB) jamás les ha importado discutir, porque consideran que las mujeres hemos nacido para cocinar lavar y planchar. Esto no es otra cosa que la naturalización de la explotación de las mujeres, que somos la mitad de la humanidad. La COB debe liberarse de su mirada patriarcal economicista del trabajo para responder efectivamente a esa multitud que marchó tras las banderas de la Central Obrera Boliviana.