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Mientras tanto

El viernes 13 se desató una intensa lluvia en Santa Cruz, las calles estaban intransitables y vacías por el feriado inusual. En tanto, en el aeropuerto de Viru Viru, mandatarios y autoridades llegaban como una marea humana y eran recibidos con todos los honores por la escolta presidencial, del regimiento de los Colorados de Bolivia, que lucían como patos. El G77+China se inició en medio del agua y así continuó hasta el final. Mientras tanto, un día antes, los residentes brasileños tomaron la ciudad, festejando su primer triunfo en el partido inaugural del campeonato mundial de balompié.

En el mercado Abasto, lugar donde compró mis cuñapés para conservar el buen humor de mi esposa, tuve la oportunidad de conversar con campesinos que mostraban su preocupación por las lluvias, que ya no serán beneficiosas para la cosecha de maíz, soya y caña. Según ellos, más bien serán perjudiciales, ya que por su atraso las destruirán. Para ellos ni el G77 y ni el Mundial son importantes. Su rutina es muy dura, su vida y la de sus hijos depende de ello, y esa es su principal preocupación. Sin embargo, están admirados por las obras de infraestructura que deja esta importante reunión para Bolivia y la ciudad de Santa Cruz.

Mientras tanto, algunas vendedoras me preguntan por si se va a suspender la entrada del Gran Poder por las lluvias. Les explico que en La Paz no está lloviendo, y aunque así fuera, tampoco se suspendería; y les recuerdo que cuando murió Paz Estenssoro, el alcalde de entonces, Juan del Granado, cometió su primer gran error al intentar suspenderla. Por supuesto fracasó. La entrada se realizó por la dinámica popular, que no responde ni jurídica ni económicamente a la municipalidad, como todas las expresiones colectivas a lo largo del territorio boliviano.

Esta semana Bolivia está en los ojos del mundo para algunos sectores, pero para la gran mayoría, Brasil es el centro del planeta. Mientras el mundo está concentrado en Aby Ayala, en Afganistán siguen los enfrentamientos entre facciones antagónicas, palestinos e israelitas continúan con su ancestral guerra que ninguna institución mundial ha podido frenar y menos resolver, los desplazamientos de Siria y las estrategias políticas imperialistas no descansan y no lo harán hasta controlar toda las reservas de hidrocarburos. Mientras tanto, según las últimas estadísticas, el 58% de los presos en Estados Unidos están detenidos por crímenes, y no es ya noticia enterarse que un niño de 13 años dispare a matar a otros preadolescentes de su escuela con un arma automática.

Con su catastrófica derrota frente a la Selección de Holanda, los españoles (defensores de la copa) ahora tienen en el Mundial un argumento más para llorar. Nada les sale bien y están atravesando los peores momentos de su historia del siglo XXI. La principal potencia del siglo XVII ha estado cultivando unos hongos venenosos que no le permiten encontrar una ruta para salir de la crisis, que no es solo económica, sino también moral. Los suicidios aumentan entre la clase media y el otrora gran imperio se aferra a su joven rey, como símbolo de la unidad y de la providencia, cuya imagen intentan maquillar para hacerla potable a las nuevas generaciones que les cuesta entender por qué es necesario un rey para España.

Mientras intento saltar los enormes charcos en las calles del Casco Viejo de Santa Cruz, contemplo a unas jovencitas que engullen hamburguesas, están obesas, como muchos jóvenes de las ciudades de Bolivia.

El mundo es un complejo de contradicciones, y los cambios que estamos viviendo a veces no son fáciles de procesar a primera vista. Esta aterradora lluvia no es signo de fecundidad, esas guatas enormes no son signos de salud. Las miradas angustiosas de los pequeños productores del área rural nos plantean una interrogante: ¿El G77 hará algo por el mundo?

Es artista y antropólogo.