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‘Hackear’ los negocios

Un grupo de hippies de pelo corto (alguno que otro lo lleva largo también), con ideales, descontentos con el sistema y sus injusticias, decidieron cambiarlo. La consecuencia que se podría esperar de este impulso social es una manifestación callejera, aunque si les comento que este grupo de gente usa tecnología intensamente, entonces la consecuencia podría ser una manifestación en redes sociales con productos viralizables.

Pero no tomaron la opción de las pancartas ni de los memes (aunque con seguridad han tomado esa opción alguna vez y sin dudar volverán a hacerlo), sino que su mecanismo de cambio del sistema son los negocios, decidieron encontrar una forma de ganar dinero pero sin comprometer sus principios. Aún más, la decisión va por cambiar las reglas. Esto se llama hackear el sistema, hackear los negocios.  

Un ejemplo ayuda a aclarar el concepto. Ismail Chaib, un joven desarrollador de software nacido en Algeria, durante la reunión de una red de emprendedores sociales (hippies empresarios, según yo) de +Social Good en la oficina de la Fundación de Naciones Unidas en Washington DC, explica que su trabajo en Berlín, donde vive hace unos años, es liderar un proyecto que pretende “abrir los bancos” (Open Bank). Menudo trabajo, ya que todos pensamos que un banco es y debe ser lo más cerrado posible, por lo que suena a uno de esos proyectos que se venden bien, pero que en el fondo son un maquillaje. Sin embargo no es así, él no trabajaría en un proyecto que no pretenda sinceramente cambiar las cosas. Ismail cuenta que con su empresa han creado una plataforma tecnológica cuyo centro es el ser humano (no el cliente). En esa plataforma la gente puede libremente armar presupuestos familiares, interactuar con el banco, trabajar colaborativamente con otras personas para desarrollar nuevos proyectos financieros, por ejemplo. Los conceptos políticos y comerciales se mezclan para explicar esta nueva forma de hacer negocios y de estar en el mundo.

Son una mezcla de yuppies con hippies, de Steve Jobs con Gandhi, de FMI con ONG local trabajando en área rural, de hackers de tecnología con activistas de derechos humanos. Todos se mueven entre las mayores capitales  buscando recursos y clientes que ayuden a reducir la pobreza, a asegurar el ejercicio de derechos humanos, a reducir la desigualdad de género, a evitar la discriminación por opción sexual, a promover los productos ecológicos. Están bien informados a través de sus smartphones, pero no enloquecen por las redes sociales porque valoran el contacto humano y se divierten mucho.

Después de un par de días con ellos parece ser que el cambio del sistema es posible, parece ser que hackear el sistema es el camino.