Icono del sitio La Razón

Virtudes del reciclaje

Habida cuenta del gran impacto que ejercen las actividades del hombre en el planeta y la escasez de recursos naturales, más temprano que tarde las empresas y los gobiernos se verán obligados a armonizar metas económicas con principios ecológicos. El reciclado virtuoso, que permite reemplazar lo viejo por lo nuevo, constituye uno de los mayores desafíos industriales.

Este concepto no es nuevo ni desconocido para la mayoría de las personas. De hecho se trata de un fenómeno que ocurre todos los días en la naturaleza.

Cuando un organismo muere, la biosfera recupera su sustancia y la reinserta en el planeta a través de procesos evolutivos de reciclaje. Este ciclo mantiene el valor de los insumos sin perder su calidad ni desempeño. Pese a tener un excelente ejemplo de cómo deberíamos proceder a la hora de producir productos, son pocas las industrias que generan bienes reciclables, dando lugar a la acumulación de basura contaminante en grandes proporciones. Y aquellos que sí emplean procesos de reciclaje, no logran mantener el valor original de los productos.

Sin embargo, en todas partes se están dando pasos importantes para promover este proceso de reciclaje en diferentes actividades. En el país, El Alto es, en muchos sentidos, pionero de esta actividad. Por ejemplo, en esa ciudad existen 12 tiendas de acopio y reciclaje de basura registradas en la Alcaldía, y al menos otras 100 que trabajan sin licencia municipal. Cabe recordar que El Alto genera aproximadamente 500 toneladas (t) de basura por día, y que el 56% de los residuos son aptos para reciclar, de acuerdo con el Gobierno Municipal de esa urbe.

Esto porque, según la Alcaldía, el 40% de estos desechos (200 t) es plástico y papel, y el restante está integrado por fierro, vidrio, ropa, cuero, restos de comida y otros materiales. Una realidad que no es desconocida por muchas familias de escasos recursos, que cada día se dirigen al botadero municipal y hacia otros lugares en busca de los materiales que puedan ser reutilizados o reciclados, y que posteriormente son comercializados en las tiendas de acopio.

Ahora bien, no sería correcto denominar a estos puestos comerciales que no están registrados en la Alcaldía como “clandestinos”, pues lejos de realizar una actividad nociva para la sociedad, contribuyen positivamente a  la salud de las personas y del medio ambiente. Además, difícilmente su trabajo genera grandes riquezas como para que la unidad de impuestos quiera quedarse con una parte de los escasos recursos que genera. No obstante, sí sería pertinente que los diferentes gobiernos locales, con apoyo del Gobierno nacional, se interesen por esta actividad, permitiendo que se realice en las mejores condiciones posibles, pensando siempre en la salud de quienes se sumergen en la basura en busca de productos que puedan ser reutilizados y reciclados.