Voces

Thursday 10 Oct 2024 | Actualizado a 12:37 PM

Danza autóctona en ‘Chuqiyapu marka’

Para escuchar música ancestral no es necesario usar tantos micrófonos  y juego de luces

/ 2 de agosto de 2014 / 04:03

El 19 de julio tuve la oportunidad de presenciar en la ciudad de La Paz el IX Festival Intercultural de Música y Danza Autóctona, organizado por la Gobernación de La Paz. Participaron representantes de las 20 provincias del departamento con cerca de 40 fraternidades entre música ancestral y otras nacidas en la época colonial. Para el ciudadano urbano, acostumbrado a presenciar “entradas folklóricas”, tuvo varias novedades como la presencia de ancianos en las comparsas e incluso a varios niños.

Al ver bailar con tanto entusiasmo a la gente de la tercera edad me preguntaba ¿qué es ser anciano, anciana en las comunidades aymaras, quechuas, urus, pukinas? No significa estar excluido de las actividades cotidianas, como ocurre en los centros urbanos, donde se ha estigmatizado y excluido a los ancianos hasta convertirlos en personas casi inservibles para la sociedad. Los awki y taika de las comunidades rurales no solo decidieron viajar hasta la sede de gobierno, sino también demostrarnos con tanto entusiasmo y derroche de alegría que son parte fundamental de sus comunidades, bailando con creaciones musicales poco conocidas en la urbe.

La presencia de jóvenes junto a sus mayores, bailando danzas como la tarqueada, waka waka, qarwani o llamerada, sikuris y muchas otras, significa compartir la alegría y el significado fraternal de la danza comunal entre distintas generaciones, y no buscar el show-espectáculo al que nos tienen casi acostumbrados las danzas folklóricas urbanas. Varios bailes lucieron algún vestuario de animales heredado de sus abuelos, e incluso de sus tatarabuelos, como las qhawa o especie de caparazones hechos de piel de tigre o las plumas de aves silvestres utilizadas por los ch’unch’u. Sé que después de la presentación de las comunidades de las diferentes provincias varios funcionarios del Ministerio del Medio Ambiente cuestionaron la utilización de pieles y plumas en las vestimentas, señalando que los danzarines habían cometido el delito de usar piezas de  animales en peligro de extinción. No creo que nuestros comunarios hayan cazado animales para venir a bailar a la ciudad, sino que éstos fueron heredados, y es preciso comprender esa situación.

Después de varios eventos realizados, es preciso ir más allá de la participación encomiable de las provincias del departamento de La Paz o Chuqiyapyu marka, que alberga desde la época precolonial en su territorio a muchos pueblos y culturas, y esa dinámica no ha perdido vigencia en la actualidad. Por lo tanto, urge hacia adelante la participación de otras provincias del país. Estoy seguro de que a simple invitación de la Gobernación otras comunidades y ayllus de tantas provincias participarían con mucho entusiasmo, pues Chuqiyapu marka o La Paz es eso, el taypi o el centro que aglutina al país entero.

Escuché comentarios de que el presidente Evo Morales, ante el éxito de este festejo  y otro denominado Festival de Vientos habría decidido la participación de otras provincias del país para el próximo año. Si fuera así, sería un gran acierto, pero es importante deslindarnos del show y espectáculo montado y, particularmente, de la participación de grupos folklóricos como los Awatiñas, Kalamarka y hasta Los Kjarkas, muy acostumbrados al show, lo cual no quiere decir que estemos en contra de los grupos mencionados; pero para escuchar música ancestral profunda no es necesario usar tantos micrófonos y juego de luces, por eso apuesto a seguir escuchando la autenticidad de los bailes y música de los ayllus y comunidades de las provincias del país. Ma suma jallallt’awi khitinakatixa thuqhuwimpi, suma phusawimpi purt’anipxixa Chuqipayu markaruxa. ¡Jallalla!

Comparte y opina:

Las ciudades que prohíben y declaran indeseables

La confrontación política actual precisa un profundo análisis

Esteban Ticona Alejo

/ 29 de septiembre de 2024 / 08:32

Hay que recordar que las ciudades latinoamericanas fueron fundadas sobre otras ciudades más antiguas. Ejemplos hay muchos como Tenochtitlán en México, Cusco en Perú y nuestro Chuquyapu Marka. Para los colonizadores de Abya Yala o América Latina y el Caribe fue un continente cuasi vacío, casi sin población y sin cultura; la escasa población y su nivel de civilización significaba totalmente desdeñable. La ciudad se convirtió en un reducto europeo en medio de la nada. Así se organizó el sistema político y administrativo colonial, los usos burocráticos, el estilo arquitectónico, las formas de vida religiosa, las ceremonias civiles, como si fuera una ciudad europea extendida, ignorante de su contorno, indiferente al mundo subordinado de los indios, los mestizos conscientes, los negros al que se superponían.

Consulte: Ch’inqhu social…

A pesar del proceso del colonialismo triunfalista, el peligro de un levantamiento de los indios, invadiendo las ciudades, se mantuvo latente en muchas ciudades y obligó a sus pobladores a mantenerse en pie de guerra. Por eso crearon la ciudad-fuerte, la ciudad-fortín, que les garantizaba la unión del grupo colonizador, la continuidad de sus costumbres y ese ejercicio de la vida “noble” que se había grabado en su memoria de emigrados. Así se construyó la sociedad barroca colonial, escindida en privilegiados y no privilegiados. La idea de ciudad-fortín también fue aplicada en su cabalidad a la ciudad de La Paz, ¿acaso no se convirtió en fortín frente al levantamiento de Túpac Katari-Bartolina Sisa en 1781 y movilizaciones indias y populares contemporáneas? Esa idea de ciudad-fuerte fue el justificativo para que los indios no ingresen a la plaza Murillo.

A fines del siglo XIX, en la relación de los políticos indios con los no indios, emergió nuevamente la idea de que la indiada no debía ingresar a la ciudad de La Paz. Algunos datos podrían ilustrar esta relación tensa y conflictiva. José Manuel Pando, uno de los líderes de la élite del norte en la guerra federal de 1899, buscó apoyo del movimiento aymara-quechua, de los apoderados generales y uno de los representantes fue Pablo Zárate Willka. En esta correlación hubo varios momentos de tirantez. Pando, militar, político y hacendado, pensaba en la obediencia ciega de Zárate Willka y el movimiento indígena. Pero el movimiento organizado, armado y sobre todo con conciencia política como pueblo, comenzó a desobedecer las instrucciones de Pando. En esta circunstancia, Pando, ya casi en su desesperación, lanzó dos acciones contra los indios: suponer que se estaban produciendo la guerra de razas y que no arriben a la ciudad de La Paz, por ser belicosos y peligrosos.

La Bolivia q’ara o mestiza/criolla, desde el año 2000, continúa “acechada por los indios”. En la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada, en 2003, se generó la idea de que “van a invadir los indios” la ciudad, particularmente a la zona Sur. En 2019, en el golpe de Estado de Jeanine Áñez, Luis Fernando Camacho, Samuel Doria Medina, Carlos Mesa y sus seguidores instalaron en la palestra la imagen de que en “cualquier momento los indios/as invadirían la ciudad”.

La marcha de pasados días, encabezada por el expresidente Evo Morales, tuvo repercusiones similares a las citadas. Independientemente de la forma de hacer política de Evo y sus seguidores, sus tareas continúan generando señalamientos, como “indios y campesinos belicosos, destructores y hasta cuasi delincuentes”. Es muy lamentable que algunos/as autoridades de la ciudad de El Alto hayan reproducido esa mentalidad colonial de defensa de la ciudad frente a “los indios de otras regiones”. La ciudad de El Alto está conformada abrumadoramente por inmigrantes indios y campesinos de muchas regiones del país.

La confrontación política actual precisa un profundo análisis, con preguntas como ¿cuáles son las continuidades coloniales que no permiten una relación intercultural política franca entre los políticos indios y no indios? Las categorías sociológicas de q’ara/misti versus indio/campesino siguen siendo claves para comprender la compleja realidad boliviana. Jichhurunakanxa wali ch’axwawiruwa wasintamp sartasktanxa. Wakisispawa jiskt’asiña, ¿kunatsa ukham sarnaqtana?

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Ch’inqhu social…

El chileno nacionalista pero occidentalizado, piensa que Bolivia es la cenicienta en todas las actividades

Esteban Ticona Alejo

/ 15 de septiembre de 2024 / 11:07

Pocas veces se juntan tantos problemas sociales que tienden a generalizarse en una complicación mayor. Las pugnas políticas internas entre arcistas y evistas se hacen insostenibles cada día que pasa. Desde el lenguaje amenazante y bélico hasta algunas acciones, como la toma de la sede de la COB, son algunos ejemplos de esta rivalidad.

Las quemas digitadas por empresarios oportunistas en los bosques de la Amazonía, el oriente y el Chaco nos colocan en una lucha impotente. Lo peor, pensamos combatir el fuego con agua y bomberos, muchos de ellos voluntarios. Pero tan pronto apagan el fuego, las manos criminales vuelven a incendiar.

Lea: San Antonio y el antifútbol profesional

Las consabidas campañas de solidaridad también están ahí, presentes desde algunos años. Pero a futuro ¿cómo combatimos el fuego y a los pirómanos anti-bosques y adoradores de la muerte? Es extraño que las principales autoridades de los municipios afectados no estén luchando contra las quemas ni contra los pirómanos.

Hasta ahora no hay pronunciamientos desde los espacios académicos. Por ejemplo, la UMSA solo se afanó en implementar las clases virtuales. ¿Qué dicen las carreras “científicas”? Por ejemplo, de química, de física. Hace años que se maneja la información de que alguna composición química tiene la capacidad de combatir el fuego. ¿Es cierto esta investigación, por qué no aplicarla? ¿Será que nuestros químicos/as, físicos/as no saben o no se han actualizado sobre esta forma de combate contra el fuego? Se tiene que apostar por soluciones estructurales. No podemos seguir cada año batallando con agüita y bomberos, porque, tan pronto se sofoca el fuego, los depredadores de la naturaleza nuevamente vuelven a incendiar.

En medio de la humareda en el país, hay un hecho que ha generado mucho optimismo y opinión: el triunfo de la selección boliviana frente a la chilena por 2 goles a 1 en la ciudad de Santiago. Este triunfo inusual se ha convertido en una especie de bálsamo social y hasta político en medio de la agitada vida societal. A pesar de que el fútbol y su organización es una actividad de la empresa privada, los diferentes estratos sociales del país lo han internalizado como suyo. Esta representación privada, convertida en pública, es la constructora de las identidades nacionales contemporáneas. En el caso boliviano, el triunfo nacional en territorio chileno le ha dado una tónica de mezcla histórica debido a la pérdida del acceso al mar a manos de Chile en 1879.

Las élites chilenas, muy adscritas al mundo europeo, sobre todo con lo alemán y equivalentes, pensaban que se podía ganar fácilmente el partido. El chileno nacionalista, pero occidentalizado, piensa que Bolivia es la cenicienta en todas las actividades. Está claro que existe un fuerte menosprecio y hasta actitudes racistas por parte de los jugadores de Chile. Pero fue grata la sorpresa del triunfo del equipo boliviano, cuasi juvenil, que no se doblegó, a pesar de la actitud del jugador chileno Eduardo Vargas, que, sin pensar en la ética del futbol, convirtió el empate cuando el arquero Carlos Lampe sufrió la ruptura del tendón de Aquiles. A Vargas no le importó nada, incluso que muera Lampe, para conseguir un gol. Los traumas de la guerra del Pacifico se expresan también en contiendas del fútbol. Esto explica por qué el nacionalismo chileno, o mejor dicho el nazifascismo instaurado por Pinochet, aún pervive y hoy se reproduce en las redes sociales.

Por la derrota de Chile frente a Bolivia, el actual director técnico de su selección, Ricardo Gareca (argentino), y exseleccionador del Perú, es tildado de infiltrado peruano en Chile. Aquí vemos cómo la mentalidad chilena de la guerra de 1879 no se ha perdido del todo y aún se reproduce en las nuevas generaciones, incluida la generación futbolera. Janikiwa suma thakhiru sarantxtanti. Ma uruxa wali ch’axwasa, qhipuruxa sumakaraki.

(*) Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo

Temas Relacionados

Comparte y opina:

San Antonio y el antifútbol profesional

Esteban Ticona Alejo

/ 1 de septiembre de 2024 / 01:25

Hace poco tiempo presenciamos el ascenso de un equipo de fútbol, llamado San Antonio de Bulo Bulo, de la región del Chapare de Cochabamba, a la liga boliviana. En el torneo apertura de la liga profesional de 2024, se adjudicó el primer puesto, que es el pase para competir en la Copa Libertadores de América del año 2025.

Distintos medios de comunicación poseen sus opinadores, por no decir, a sus teóricos que hacen análisis de manera muy comercial al fútbol. Generalmente, no son críticos y menos punzantes, porque es el sustento de su vida. Pero el aficionado al fútbol, sobre todo de los sectores populares y las comunidades rurales, no tienen auspiciadores y tienen una opinión directa sobre el equipo de Bulo Bulo. Por ejemplo, se debate en las redes sociales ¿de quiénes son? y, sobre todo, ¿cómo juegan al “fútbol profesional”?

La gran pregunta es ¿cómo lograron ese paso de ganar el torneo apertura? y ¿cómo está San Antonio en el torneo clausura después de ser el equipo “sensación”? Sobre la primera pregunta, muchos aficionados y fanáticos populares, explican que fue por una chiripada o casualidades favorables y fortuitas que ayudaron en el resultado. Pero también la actuación con las reglas del fútbol de barrio no profesional. Es decir, sin respetar las normas claras, propinando golpes bajos, insultos y hasta amenazas a sus contrincantes. Toda esta estrategia nos llevó a hacernos creer que es el “equipo sensación” y con muy buenos jugadores.

Otro aficionado, pero con gran energía de investigación, vio todos los partidos de San Antonio y explica en las redes sociales que fue constante en las presentaciones, el “juego sucio”, expresado en golpes abiertos y disimulados, pero contundentes. Amenazas incluso al árbitro. Pero también las simulaciones absurdas, enumera hasta más de 40 caídas muy bien teatralizadas de los jugadores de San Antonio en un partido. Otra gran pregunta es ¿qué palabras se utilizan para el insulto, a sus colegas jugadores, a los árbitros y al aficionado? Por televisión vemos imágenes de gestos hasta obscenos y deducimos que son palabrotas soeces. ¿La FBF permitirá oír públicamente lo que se dicen realmente los jugadores y el árbitro en la cancha?

El fanático analista de las redes sociales anota algunos nombres de “futbolistas cachascanistas”, especializados en dar tundas contundentes al adversario. El ícono es Edwin Rivera, que tiene el tabique quebrado y se dice que es el “lijadorcito” (de lijar, pulir) oficial del equipo, además del “hacheador” (de hacha). Es decir, el matador, con gran espíritu delincuencial, de aniquilador dentro y fuera de la cancha. ¡Vaya jugador profesional! Creo que es uno de los jugadores con más expulsiones. Oí decir a otros aficionados que es un verdadero q’alluta (persona del hampa y con muchas cicatrices en el cuerpo). A esta fila, se sumó otro similar a Rivera, Ivan Huayhuata.

Nuestro analista extraordinario no se queda con los “profesionales de la cancha”, sino también con los que organizan el equipo. Por ejemplo, el director técnico de San Antonio Bulo Bulo, Thiago Leitao. Un personaje brasileño, a quien le gusta insultar y diseñar el antifútbol, a base de pura piña y amenazas. Además, es el inculcador del espíritu triunfalista, dejando de lado la modestia y el respeto. Con algún lenguaje poco claro dice ser un buen táctico-entrenador.

Hay que recordar que San Antonio, a duras penas se conformó, incluso contratando a jugadores que se auto promocionaban vía redes sociales. Fue el caso del argentino-italiano Felipe Pasadore. A propósito, a este “goleadorcito” y al arquero Junior Vera, se le subieron los humos hasta la luna. El primero, quiso cobrar más porque ya era jugador de la liga profesional y, el segundo, ya se sentía el arquero de la selección boliviana. Pasadore pensaba que otro equipo lo contraría de inmediato y hasta ahora no pasó nada y, el segundo, por sus errores garrafales cometidos hoy es el arquero suplente. Vaya los consejos de Leitao a estos “jugadores profesionales”. ¿Cómo será la presentación de San Antonio en la Copa Libertadores 2025? Intuyo que no será interesante. Mejor dicho, será un desastre y vergonzoso. Ojalá me equivoque en mi intuición. Uka San Antonio muruq’u takirinakaxa, wali suma anatirikaspas ukhamaruxay tukupxchixa. Ch’akhuñampi, takiñampi, q’allut jaqinakjamaw uka mat’aqirinakaxa ¿janicha?

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.

Comparte y opina:

Evaluando la Feria del Libro de La Paz

Esteban Ticona Alejo

/ 18 de agosto de 2024 / 00:53

La 28ª de la Feria Internacional del Libro de La Paz, efectuada entre el 31 de julio y el 11 de agosto/24, merece varias evaluaciones y desde varios aspectos. Nos interesa enfatizar, la infraestructura. Reitero, el campo ferial no es el adecuado para exposición y venta de libros. Espacio pequeño, que obliga a subir y bajar, además de su ubicación no céntrica de la ciudad. Me atrevo a decir que la construcción no garantiza la gran presencia de personas. Felizmente, hasta ahora, no hubo accidentes, pero podría haber a futuro. La gran pregunta para las autoridades nacionales y departamentales ¿No es posible tener otro espacio, en pleno centro de la ciudad, un lugar plano y de gran extensión, que brinde una comodidad mínima para los expositores y los visitantes? Además, que no se cobre un solo centavo por la visita.

En tanto frío se construyó una carpa con ventanas abiertas. ¿A quién se le ocurrió apostar por la intemperie y con el clima de la ciudad? Otro aspecto es la habilitación de los salones. La gran mayoría fueron pequeños cubículos, para albergar a 20 personas, sin las condiciones mínimas para oír las presentaciones de libros y algunos conversatorios, inaudibles. Por ejemplo, por la presencia de estudiantes bulliciosos. Por el tema y los autores ameritaba más de 60 minutos por presentación. Fue llamativo las señas de los administradores de estos cubículos, pidiendo que se acabe, porque tenían que ingresar otros/as. La solución era muy simple, tener más espacios y entre eventos haya un espacio de 30 minutos. El nombre de los salones nos llamó la atención. ¿Bajo qué criterios se realizó la elección de los nombres? El periodista Ricardo Bajo, desde su columna, sugiere que haya una consulta a la ciudadanía sobre este tema. Llamo la atención que ninguno de los nombres sean indígenas, cuando hay muchas.

Por ejemplo, Eduardo Nina Quispe de la década de 1920 y 30 del siglo XX. Pero también contemporáneos, como Roberto Choque, German Choque, Juan de Dios Yapita, Juana Vásquez, Eustaquia Terceros, Félix Layme, entre otros. ¿Premeditación o ignorancia de los organizadores?

Por el excesivo costo de cobrar por metro cuadrado, por parte de la Cámara del Libro, algunos autores se agruparon en espacios pequeños para compartir los gastos con sus colegas, quedando sin lugar ni para sentarse. ¿La Cámara seguirá apostando por lucrar dinero y por metro cuadrado? Aunque hubo algunos estantes muy cómodos, de fundaciones como “Pazos Kanki”, propiedad del millonario Samuel Doria Medina, que expusieron sus publicaciones a precios para adinerados. La política de la Cámara continúa en la línea de contar con algunos autores independientes, pero “raleados”, que los ubicaron en el contorno de la feria.

Mantengo la posición que no debería cobrarse a los asistentes, pero aún se insiste en ese peculio. Este año hubo algunas flexibilizaciones como de no cobrar a mayores de 65 años, como también descuentos a estudiantes de la UMSA y docentes. ¿Y a las otras universidades e interesados?

No sé si la Cámara capacitó a su personal, incluido los guardias, para afrontar situaciones como de posible temblor y ¿cómo evacuar a los asistentes? ¿Contra robos y sobre actos de racismo y discriminación? Deduzco que no.

Termino esta evaluación, denunciando otro episodio de racismo y discriminación sufrido por el Taller de Historia Oral Andina- THOA. Institución indígena con 40 años de experiencia en investigación y publicación sobre los pueblos ancestrales. Por segundo año, soportamos otro acto de fanatismo, esta vez por parte de una señora, acompañada de sus nietos, arremetieron para perpetrar tan vilmente. Se hizo una carta a la Cámara para identificar mediante cámaras de seguridad, a la auto-declarada racista y sea sancionada según nuestra Ley 045 contra toda forma de racismo y discriminación. Hasta el momento no recibimos ninguna respuesta por parte de la Cámara. Jichha maraxa, wasitampiwa qhatu pankanaka utjawayi. Ma tuqitxa wali kusawa, maysa tuqitxa janikirakiwa. Uka p’iqinchirinakxa qullqi chuymaniwa, ukakxay munaskchixa. Jiwasanakaxan utt’ayasiñasawa jaqha suma qhatu pankanakatakixa ¿janicha?

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

La biblioteca de Mario Montaño Aragón

Esteban Ticona Alejo

/ 4 de agosto de 2024 / 00:12

Hace pocos días se difundió la noticia de que la biblioteca del antropólogo Mario Montaño Aragón fue donado por su viuda e hijos a la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB), específicamente al Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef).

Los que nos dedicamos a la investigación social e histórica, acumulamos en el transcurso del trabajo muchos libros, copias de documentos, fotografías, entrevistas, filmaciones, diarios de campo, etc. La pasión por esclarecer los hechos, nos deja sin pensar qué destino tendrá todo ese patrimonio cuando dejemos este mundo. En el futuro, ¿quiénes podrán acceder a ese espacio de laboratorio social guardado?

En estos últimos años, varios investigadores/ as que utilizaban este tipo de fuentes han desaparecido físicamente. Varias de estas personalidades, no siempre fueron asistidas por sus parientes directos, resguardando mínimamente ese valioso capital cultural. Denunciamos y solicitamos públicamente la intervención de las autoridades nacionales y del departamento de La Paz, en el caso dramático de la primera lingüista aymara, Juana Vásquez. Pero sin éxito hasta ahora. ¿Qué utilidad tiene el patrimonio de un investigador/a? Son preguntas para muchas respuestas. Sobre todo, el gran reto es cómo preservar la memoria hecha investigación, en una sociedad que se denomina pluricultural.

Felizmente, no es el caso del antropólogo Mario Montaño, que por voluntad de su familia entregó su biblioteca para que otros, sobre todo jóvenes investigadores, puedan seguir esa senda apasionante, pero sin grandes retribuciones económicas en el país. El desprendimiento familiar, creo que coincide en cómo era Mario Montaño en sus clases.

Tuve la fortuna de ser uno de sus estudiantes en la carrera de Sociología de la UMSA. Recuerdo varios pasajes de las clases del profesor Montaño. Leímos parte de su libro Antropología cultural boliviana, que es una mirada global a la riqueza civilizatoria de los pueblos ancestrales del país. Don Mario tenía la gran virtud de contar sus experiencias de trabajo de campo en las clases de antropología social. Por ejemplo, sus hallazgos en sociolingüística y a partir de ahí lanzaba muchas preguntas y casi siempre faltaban respuestas. Cerraba la sesión con la apuesta de seguir investigando. Montaño era una persona apasionada. Pero destaco la forma cómo nos interpelaba del por qué debíamos conocer la Bolivia india ancestral y profunda. Pero también recuerdo la manera de abordar los temas y dejar siempre grandes interrogantes.

Montaño Aragón tuvo mucha relación con estudiosos como Carlos Ponce Sanjinés, Max Portugal, Hernando Sanabria, Carlos Urquizo, entre otros. Uno podría deducir que formaba parte de esa generación nacionalista y vinculado con algún partido político hegemónico. Pero no, a pesar de esas amistades, plasmadas en los prólogos de sus libros publicados, don Mario era una especie de rebelde investigador que no se dejó atrapar por posiciones inamovibles.

Para finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo XX, había temas que no se abordaban fácilmente o quedaban aún ocultos en las ciencias sociales académicas. Por ejemplo, sobre los pueblos ancestrales de la Amazonía, el Oriente y el Chaco, como también sobre los afrobolivianos. Los tres volúmenes publicados fueron y son una manera de acercarnos mediante la Guía etnográfica lingüística de Bolivia, como la denominó.

Hoy vivimos tiempos de la diversidad y la pluriculturalidad en términos formales. Nuestra Constitución cita la existencia de 36 pueblos ancestrales. Pero estoy seguro que releyendo a Montaño tendríamos dudas de la existencia de ese número 36. Posiblemente sean más los pueblos que existen. ¿Qué pasó, inmigración, genocidio, aculturación, etc.? Alguna repuesta está en las publicaciones del antropólogo Montaño.

Después que dejó la catedra, nos veíamos en algunos eventos culturales, como la presentación de libros, etc. Una manera de que siga viviendo el ajayu de Mario Montaño, de lo que hizo y pensó, seria reeditar sus investigaciones. ¿Qué institución se brindaría para ello? Lo deseable sería que lo hagan las universidades estatales, pero creo que no les interesa estas preocupaciones. Incluso que su biblioteca, que ya es pública en el Musef, fomente la posibilidad de realizar tesis sobre su pensamiento, muy conectadas con la sociolingüista, la etnografía y la arqueología. Gracias don Mario por tu aporte. Jallalla tata Mario!!! Ma suma yatxatirina, yatichirina pankanakawa Musef tuqiru apxatata. Wali kusawa uka lurawixa. Jallalla!!!

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.

Comparte y opina: