Icono del sitio La Razón

La guerra es de brutos

Unos años atrás mi madre, de casi 80 años, recorrió los túneles de Cu Chi, en Saigón, que fueron construidos por el Vietcong y fueron determinantes en la resistencia a las tropas de EEUU. Irónicamente, apenas salir de los túneles pudo ver los carteles de Coca-Cola y Pizza Hut, que dejan en evidencia que la guerra de Vietnam (como toda agresión, coacción, sanción o represión) además de ser salvajemente homicida no tuvo razón de ser: el país que derrotó a las “fuerzas capitalistas” hoy se vuelca al “capitalismo” por propia vocación, demostrando lo bizarras, estúpidas e inútiles que son las guerras.

A ver si nos entendemos. No se trata de “pacifismo” en el sentido de soslayar irresponsablemente la grave obligación de defensa propia y de terceros. Por el contrario, se trata de eficiencia en el logro de estos objetivos. Y resulta que los métodos pacíficos de defensa son los eficientes, según muestran los datos empíricos y corrobora la ciencia. En consecuencia, es irracional —y homicida— la “defensa” violenta. Veamos, violencia es toda fuerza extrínseca que desvía el curso natural de una persona y, por tanto, al desviar de la sapientísima naturaleza de manera extraña necesariamente destruirá, precisamente, por ir en contra el desarrollo natural de las cosas, a criterio de algún bruto “iluminado” que se cree más sabio. 

Por el contrario, no existe ninguna hipótesis científica que explique semejante incoherencia como que la violencia puede detener a la violencia. Y los datos empíricos lo muestran claramente: no hubo una sola guerra, ni una sola, que fuera útil. Por caso, la Primera Guerra Mundial fue una torpe masacre que prologó otra estupidez como la Segunda Guerra, que no logró su objetivo de terminar con las tiranías, sino que, a un costo de más de 60 millones de vidas y enorme destrucción, consolidó otra tiranía peor, la URSS, que luego cayó eficientemente, sin guerras. Del mismo modo eficiente debió terminarse con la tiranía nazi.

La guerra de Irak finalizó con el homicidio del déspota Sadam Hussein,  quien, tirano y todo, mantenía al país en mejores condiciones. Kadun Kureisi, que dirige dos teatros de Bagdad, cuenta que “los iraquíes son amantes del teatro” y “con Sadam había decenas de teatros y siempre llenos”; ahora, con la violencia y la amenaza terrorista, se redujo notoriamente la afluencia. Y para qué hablar del asesinato de otro opresor, Muamar el Gadafi. La OTAN lo bombardeó y hoy Libia está convertida en un verdadero caos de violencia y desorden.

Los más de 1.000 homicidios perpetrados por los dirigentes de Hamas y del Estado de Israel —más de 800 civiles, incluyendo 215 niños— han sido inútiles. El objetivo israelí era debilitar al terrorismo que, por el contrario, acrecentó el lanzamiento de cohetes, mantiene gran parte de los túneles y la popularidad del movimiento islamista Hamas aumentó globalmente, y más aun dentro de Cisjordania y Gaza, donde, según un sondeo del Arab World for Research and Development, el 64% de la opinión pública ve bien la posición de la dirigencia terrorista. Sin duda, el Ejército israelí disparó un tiro por la culata.

En fin, para coronación de tanta estupidez, resulta que la ONU ahora afirma que el derribo del avión de pasajeros de Malaysia Airlines en Ucrania, con sus 298 ocupantes muertos, podría considerarse un crimen de guerra. Señores de la ONU, no es un crimen de guerra, ¡la misma guerra es un crimen! ¡A ver si se enteran!