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Las dos agendas

Bolivia, un país de contactos. La frase anterior, acuñada en los últimos 20 años por expertos en derecho internacional e integracionistas, tiene asidero en la situación geopolítica del país. De hecho, esta tierra es una pieza clave en las alianzas de Sudamérica. Los contratos de exportación de gas natural con Argentina y Brasil, junto con las perspectivas que representa este recurso energético para el país y la subregión, son otra prueba de que la frase va más allá de la retórica.

Y es que Bolivia es la nación con más vecinos fronterizos en esta parte del mundo; es tránsito, casi obligado, para las personas y bienes de consumo —legales o no— que circulan entre el Pacífico y el Atlántico. Está en el territorio geopolíticamente necesario en el continente. Esta realidad plantea desafíos para los vecinos y para la configuración de las agendas compartidas con el país, cuyo horizonte histórico es, necesariamente, la integración, un proyecto que está seriamente afectado por el enclaustramiento territorial boliviano.

La otra agenda, la de los eventos coyunturales, de las declaraciones y de las señales —algunas veces no amistosas— es transitoria y está alejada de la historia de un continente, que, como ningún otro, ha decidido vivir en paz.