¿Se comerá su reloj? ¿Y después?
Tengo especial curiosidad por saber qué dirán Tuto, Juan y Samuel la noche del 12 de octubre.
En otra de sus recurrentes piruetas verbales (si continúa así, pronto será el Arjona de la política boliviana), el candidato de la residual Democracia Cristiana, Tuto Quiroga, lanzó un desafío tan divertido para el personal como temerario para su estómago: “Si seis de diez votan por Evo Morales, me como mi reloj”. ¿Se imaginan? He ahí el compromiso: si Evo obtiene el 60% de la votación, Tuto se convertirá en traga-relojes.
Oficio nada desdeñable, está visto, para digerir derrotas.
Pero Tuto no solo amenaza con devorar su reloj. Hace poco prometió que si el 12 de octubre se confirma la encuesta de Mori, “se traga la corbata”. Quizás el siguiente paso sea fagocitarse. Ahora bien. Más allá de la provocación, el heredero de Banzer funda sus retos gastronómicos en un supuesto: asegura que ya está en segundo lugar y, con su “franco ascenso”, ganará las elecciones. Le queda un gran trecho, considerando que la encuesta más optimista le da apenas 9% de intención de voto.
Esta lógica, que llamaré “optimismo avestruciano”, no es privativa del candidato del PDC. El líder del Movimiento Sin Miedo (MSM), Juan del Granado, también inició su campaña electoral con una afirmación sin matices: “Le quiero decir a Evo Morales: prepárese para ser oposición, haga maletas para irse de Palacio de Gobierno”. Y lo ratificó hace poco al asegurar que irá a segunda vuelta. Algo dramático tendrán que hacer los Ku Klux Juan para superar el actual 3% que le dan las encuestas.
¿Alguien más? Por supuesto: el compadre Samuel. Tras renegar de las encuestas —que utilizó/ensalzó para ganar las “internas” del fallido Frente Amplio—, el candidato presidencial de Unidad Demócrata también jura: “estamos a metros de llegar a una segunda vuelta”. Claro que las elecciones no se definen en metros, sino con votos. Y los datos lo muestran estancado, a la baja, con menos del 20%. ¿O estará confiando en el adivino Ramsés, quien, tarot en mano, pronosticó su victoria electoral?
Si nos atuviésemos a estas promesas/deseos de los candidatos opositores, todos ellos irán a segunda vuelta electoral con Evo Morales. Pero los datos de las encuestas (que ciertamente admiten variaciones) dicen otra cosa: el actual Presidente, en clave de re-reelección, ganaría cómodamente en primera vuelta. Así las cosas tendremos que preguntar/observar: ¿Tuto se comerá su reloj-corbata? ¿Juan alistará maletas para viajar a sus cuarteles de invierno? ¿Samuel se castigará confinándose a Trinidad?
Es probable que la noche del 12 de octubre, cuando se conozcan los datos en boca de urna (si acaso se mantiene la actual intención de voto), en lugar de reconocimiento de la derrota opositora haya un variopinto juego de justificativos. Tengo especial curiosidad por saber qué dirán Tuto, Juan y Samuel. ¿Gritarán “fraude monumental”, como ya anticipan con su reciclado ataque al Padrón Electoral? ¿Escupirán al árbitro? ¿Acusarán al aparato de Estado por las evidentes ventajas del candidato oficial?
Como sea, más allá de los anhelos de voto, el resultado de la votación y los discursos ulteriores de unos y otros, lo que más preocupa en este proceso electoral (a cinco días del inicio formal de la propaganda en medios) es su marcada opacidad. Abundan juicios, insultos y filtraciones (ah, la “farandulización de la política”). Escasea la deliberación pública en torno a propuestas programáticas y visiones de futuro. ¡Si ni siquiera el Órgano Electoral está haciendo campañas motivacionales e informativas!
Volvamos al desafío/compromiso de Tuto. Digamos que, en un ataque de rabia, en efecto sazona su reloj y se lo engulle. Listo. Festín mediático. ¿Y después? Aquí importa el después. Tuto desaparecerá nuevamente, pero quedará la oposición en la Asamblea. ¿Otra vez débil y fragmentada, básicamente reactiva, impotente? ¿Se repetirá el simulacro en desbande de Podemos y Convergencia? Corren apuestas, comen relojes.