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Tuesday 16 Apr 2024 | Actualizado a 17:16 PM

Impacto viral y noticiabilidad

Los medios denominan como virales a publicaciones que no alcanzan a tener ni diez repercusiones

/ 19 de septiembre de 2014 / 07:34

A menudo leemos frases como “se ha vuelto viral” en referencia a alguna imagen, noticia o video publicados en internet. De hecho, es común observar que algunos medios de comunicación denominen como virales publicaciones en las redes sociales que no alcanzan a tener ni diez repercusiones, sin señalar qué referencias utilizan para fundamentar tal calificativo. Esto puede deberse a al menos dos aspectos: sobredimensionamiento de un tema con el fin de promover una campaña viral encubierta, o insuficiente conocimiento del significado de aquel concepto. El primer caso resulta difícil de inferir. En cuanto al segundo, se pueden hacer algunas aclaraciones.

El término viral deviene de los sentidos que subyacen detrás de los virus como la gripe, susceptibles de causar epidemias; y lo propio ocurre con los virus informáticos, que pueden “infectar” a millones de computadoras. Entonces, para que una publicación en las redes sociales pueda ser considerada como viral y tenga efecto de noticiabilidad, tiene que expandirse de manera masiva a través de internet en un pequeño periodo de tiempo. Para tener una idea de aquello cito algunas muestras del efecto viral producidas como noticia: en EEUU el arresto de un modelo fue compartido 10.000 veces en Facebook, obtuvo 80.000 “Me gusta” y 20.000 comentarios. En China, el video de un hombre que se puso pantalones sin usar sus manos logró más de un millón de visitas en YouTube. En Brasil, el video de un niño que se reía a carcajadas al recibir una inyección recibió 200.000 visitas en pocos días. Estos datos son solo una referencia.

En Bolivia, por el bajo nivel de acceso a internet y la cantidad de habitantes, no podemos pretender alcanzar estas cifras; sin embargo, se puede considerar que se ha logrado hacer viral un video, imagen, fotografía o texto cuando su visibilidad es de al menos 100 usuarios, no solamente diez. Por otra parte, alcanzar el efecto viral de los contenidos en redes sociales depende de varios factores, como el lugar (país) y momento (hora) de la publicación; pero en el periodismo, lo más importante es el criterio de precisión y noticiabilidad, que depende de la perspectiva de la cantidad de personas afectadas (infectadas por el virus) y el tratamiento de las fuentes: contrastar, verificar y contextualizar. La omisión de estos elementos distorsiona la veracidad de la noticia, lo que conlleva la posibilidad de generar impactos sociales y económicos, tal como ocurre por ejemplo en el cuento Algo muy grave va a suceder en este pueblo, de García Márquez, que es otro caso de viralización iniciada por un presentimiento.

No toda (cualquier) publicación se hace viral; y por la misma lógica, no es noticiable en términos de viralidad. Así como no se puede llamar epidemia a diez personas infectadas por una enfermedad, tampoco se puede decir que un contenido que fue compartido, comentado o visitado por un mínimo porcentaje de usuarios “se ha vuelto viral”.

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¡Guerra digital!

La ‘guerra digital’ busca impulsar el compromiso de la sociedad en pro de una causa, de un proyecto político...

/ 7 de marzo de 2018 / 04:00

Evo Morales declara la guerra digital a los bolivianos y a la libertad de expresión!… Así de alarmista fue, en mayor o menor medida, la reacción de algunas personas en las plataformas virtuales y medios de información, desde el 4 de febrero, luego de que el Presidente pidiera a los sindicatos prepararse para entrar en la “guerra digital”, en referencia a la ventaja de sus adversarios políticos en el uso de las redes sociales. ¿Fueron exageradas las respuestas al Mandatario? A mi entender, no debió llegar a ese extremo, tomando en cuenta que en política los enfrentamientos comunicacionales han existido siempre, aunque con diferentes denominaciones; antes en soportes analógicos y ahora en digitales.

Por estos antecedentes, no sorprende que se haya generado una controversia en el ciberespacio entre el Gobierno y sus partidarios y la oposición y sus afines, experiencia que es comparable con una versión demo de “guerra digital” (concepto). El ejercicio fue solo un nuevo episodio en el que la superioridad numérica, como en las anteriores movilizaciones virtuales, estuvo del lado de la oposición, a través de los liderazgos virtuales de sus políticos influencers, quienes apelaron a los sentimientos de emoción y asombro de los internautas. Desde el lado oficialista se vio poca acción de defensa del concepto agendado por el Presidente, tanto así que ni los troles ni los bots, mencionados frecuentemente, dieron señales de existencia.

A propósito de la importancia de los influencers en la comunicación política digital, la observación de la realidad permite indicar que juegan un rol decisorio, porque son los que generan contenidos o marcan la matriz de opinión. Luego, recién, aparecen en escena los internautas activos, que se caracterizan por apoyarlos con comentarios, con un “Me gusta”, o amplifican las ideas al republicar los mensajes. Y en el tercer eslabón están los internautas pasivos, llamados así porque son los que solo reciben los mensajes de los dos anteriores y expresan su posición en contextos no virtuales.

La “guerra digital”, desde la comunicación y en sentido positivo, apunta a generar un sentimiento de pertenencia, el compromiso (o engagement) de la sociedad —o una parte de ella— en pro de una causa, un proyecto político, un gobierno, una propuesta, una marca…

Sin embargo, alcanzar objetivos como los anteriores no es tarea fácil, porque el camino no está liberado de la crisis, que en política suele ser de denigración; situación que requiere de respuestas urgentes, enmarcadas en un protocolo de gestión de crisis digital. Es por estos dos elementos que la “guerra digital” es adjetivada.

Lo que permite una “guerra digital” (a través del uso de los recursos digitales como el texto, el audio, una imagen o un vídeo; tratados y adaptados en nuevas historias, relatos, narrativas…) a corto plazo, como en una coyuntura política o electoral, es convencer a la gente o influir en sus indecisiones con la meta de captar votos favorables; y a mediano y largo plazo, ayuda a los políticos o gobiernos para disputar los espacios simbólicos de representación y legitimación virtual. El cómo lograrlo debe estar expresado en una estrategia digital de comunicación política, con objetivos claros, alcanzables y resultados medibles, y sin tácticas no convencionales (noticias falsas).

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Elecciones judiciales, el eterno retorno

Si en las elecciones judiciales el voto hubiese sido optativo, los nulos y blancos  se habrían situado en torno al 10%.

/ 3 de enero de 2018 / 04:12

En Bolivia se han celebrado elecciones judiciales en dos ocasiones, en 2011 y en 2017, para elegir por voto universal a las principales autoridades del Órgano Judicial. En ambas oportunidades las críticas se centraron en los votos nulos y blancos. En 2011 alcanzaron el 57,67% de los votos (42,6% nulos y 15,07% blancos), y en 2017 el 65,34% (49,86% nulos y 15,48% blancos).

¿Cuáles son las posibles causas? La explicación de los altos porcentajes de votos nulos y blancos parece estar en los múltiples candidatos que compitieron, 118 en 2011 y 96 en 2017. Esta situación engloba muchas variables, como la dispersión de los votos, el desconocimiento de los candidatos por los electores, insuficiente información y tantas otras que finalmente determinan al momento del sufragio. Y como factor adicional incidió la obligatoriedad del voto, porque la gente acude voluntariamente a las urnas cuando tiene decidido por quién votar, como sucede en las elecciones de las cooperativas de telecomunicaciones, que también se desarrollan con infinidad de candidatos.

Por ejemplo, en las últimas elecciones de consejeros de Cotel fueron habilitados 26 candidatos y la participación apenas alcanzó el 5%; en Cotes compitieron 32 candidatos y la participación llegó al 29,5%; en Comteco, 44 candidatos y 16% de participación; y en Coteor, 43 candidatos y 30% de participación. El altísimo porcentaje de ausentismo se debe a la no obligatoriedad del voto. Caso contrario, los nulos y blancos fácilmente habrían superado el 85% de los sufragios. Si en las elecciones judiciales el voto hubiese sido optativo, los nulos y blancos se habrían situado en torno al 10%, similar al 8,71% de Comteco (6,36% votos nulos y 2,35% blancos), y el 8,8% de Coteor (5,4% nulos, 3,4% blancos).

La combinación de una lluvia de candidatos, la falta de liderazgos públicos y la insuficiente visualización de las propuestas se convierten en un dique para los votos válidos, debido a que la atención de los electores tiende a centrarse en pocos candidatos o liderazgos visibles que encabezan las campañas y presentan sus propuestas. Así lo demuestra un estudio de la Fundación UNIR, en el que se infiere que las personas deciden su voto tomando en cuenta principalmente los perfiles (38,3%) y las propuestas (37,3%) de los candidatos.

Entonces, primero, las elecciones judiciales no fueron ni serán plebiscitarias. Esta interpretación fue descartada cuando en 2011 la suma de los votos nulos y blancos alcanzó el 57,67% y tres años después, el presidente Evo Morales fue reelegido con el 61,36% de los sufragios en 2014. Segundo, el porcentaje de los votos nulos y blancos no se reducirá hasta el nivel estándar del 3% de las elecciones generales o del 4,5% de los comicios departamentales o municipales aunque se modifiquen los procedimientos de preselección de los candidatos, participen los entes colegiados, se alcancen consensos entre las organizaciones políticas en la Asamblea Legislativa o se realicen en gobiernos diferentes al actual. Y tercero, en las próximas judiciales “retornarán” las valoraciones y descalificaciones que se utilizaron en 2011 y 2017; a pesar de todo, se debieran perfeccionar los procedimientos de preselección y flexibilizar las campañas para que los ciudadanos tengan mayor acceso a la información de los perfiles y las propuestas de los candidatos.

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Nuestra independencia

La independencia de Bolivia se alcanzó en 1825 gracias a la participación de criollos, indígenas y mestizos.

/ 6 de agosto de 2016 / 04:55

Desde la invasión española al territorio nacional en 1535 hasta la independencia de Bolivia, acaecida el 6 de agosto de 1825, pasaron 290 años; y desde aquella fecha histórica hasta ahora han pasado 191 años. En términos futbolísticos, el primer tiempo ya fue descrito en un artículo anterior (La Razón 30-5-2014) y ahora se describe el segundo tiempo, que duró 16 años.

Los protagonistas de la independencia fueron quienes encabezaron las gestas libertarias regionales en las guerras de guerrillas: los esposos Padilla, José Miguel Lanza, Eustaquio Méndez, Miguel Betanzos e Ignacio Warnes, entre muchos otros. También fue preponderante el cerco indígena a La Paz en 1811 (Arze, 1979); la batalla de Jumbati de 1816, liderada por Pedro Calisaya e Idelfonso Carrillo; y la participación de los libertadores Antonio José de Sucre y Simón Bolívar. Incluso también fue importante el rol desempeñado por Casimiro Olañeta, Manuel Urcullo y Mariano Serrano, a pesar de que Arnade (1964) los llamó “dos caras” por sus intrigas, transfugios y traiciones. Un equipo fuera de serie, pero alejado del ideal.

Pero no todos los protagonistas pelearon los 45 minutos contra las tropas realistas, y su participación en algunos casos no fue tan meritoria como la de otros. Tal es el caso de los grupos de Olañeta que solo participaron en los últimos minutos e hicieron el juego sucio; o de Bolívar, quien vio las jugadas desde fuera de la cancha. No obstante, supieron aprovechar las circunstancias que se les presentó resultado de las jugadas precedentes. Es así que Bolívar y Sucre fueron consagrados por las batallas de Junín y Ayacucho. En realidad, lo que hicieron fue sumar goles a otros triunfos ya consolidados antes de 1824 en el territorio boliviano. Hasta se podría decir que así como América ya estaba descubierta antes de Colón, Bolivia ya estaba prácticamente liberada antes de Bolívar.

El conjunto de estas acciones impulsó la Asamblea Deliberante de 1825, mecanismo que fue decidido por Sucre y no por quienes combatieron por más de una década. En este proceso participaron 48 delegados, y el debate duró pocas semanas. Coincidiendo con esa conmemoración, después de 181 años, un día como hoy, en 2006 se instaló una nueva Asamblea Constituyente (tiempo suplementario) con 255 representantes que concluyó en diciembre de 2007.
Pese a todo, la independencia de Bolivia se alcanzó en 1825 gracias a la participación de criollos, indígenas y mestizos. Y si bien las repupliquetas y los ejércitos patriotas estaban conformados mayoritariamente por indios y mestizos (Oporto); pocos fueron los que tomaron las decisiones durante y después de la independencia, a excepción de José Miguel Lanza; mientras que el resto tuvo que continuar con el anhelo de alcanzar su autodeterminación, y solo el tiempo medirá los resultados.

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Redes sociales, troles y política

El empleo o no del anonimato puede marcar la diferencia en los debates de   las redes sociales

/ 6 de junio de 2014 / 06:41

En la campaña política rumbo a las elecciones del 12 de octubre, los debates entre candidatos a presidente, diputados y senadores y sus seguidores se intensificarán y llegarán a las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), expresadas en las redes sociales y otros foros. Así, en este contexto electoral se perfila el uso masivo del concepto trol o troll, que, según la mitología escandinava, se refiere a un monstruo maligno que habita en bosques o grutas (DRAE). No obstante, en el lenguaje de internet se entiende por troles a personas desconocidas que apelan a la polémica, a las calumnias y al insulto para causar problemas y malestar en las redes sociales con fines diversos, empleando un comportamiento mórbido que les reporta una sensación de placer. Los troles emplean seudónimos y se amparan en el anonimato para inducir a la violencia en la comunicación virtual.

Desde esta perspectiva, en política la tesis del trol es relativa, porque en este ámbito no se actúa bajo el anonimato, sino con identidad real, fomentando en teoría la pluralidad de ideas, argumentos, debates y propuestas. Sin embargo, en el país, en política y otros ámbitos, cuando se pierde en los debates hay una fuerte tendencia a justificar todo. Al no poder sustentar sus ideas, algunos usuarios de Twitter y Facebook acusan rápidamente a sus contrarios con el apelativo de trol. Así, muchos políticos y sus simpatizantes corren el riesgo de agrupar como troles a todos quienes piensan de manera diferente o tienen otra ideología; lo que conduce por el camino de la intolerancia en desmedro de la libertad de expresión.

De esta manera, muchas de las personas que participan honestamente en los debates virtuales podrían ser víctimas de los políticos. Pues, ante la ausencia de argumentos y programas de gobierno, en los debates virtuales siempre cabe la posibilidad de emplear la palabra trol como justificativo para huir del debate político; o la tentación de recurrir al fácil pretexto de descalificar al adversario cuando ya no se sabe cómo rebatir sus ideas y propuestas.

La cuestión es cómo evitar la tentación de desprestigiar de trol a cualquier idea que no coincide con la propia. Si se etiquetara como troles a todos los que piensan diferente, hasta los políticos engrosarían esa fila, puesto que ellos, por naturaleza, debaten con el adversario político. La falta de un argumento sólido, con sustento ideológico y político, no puede ni debe servir para desertar del debate en las redes sociales, descalificando con el adjetivo de trol a todo contrincante que aparezca. Tampoco se deberían utilizar argumentos racistas, discriminatorios, groserías, ofensas, difamaciones, engaños. Se espera un verdadero debate político en las redes sociales.

Ahora bien, el empleo o no del anonimato puede marcar la diferencia en este tipo de debates. Los usuarios de las redes sociales que se esconden bajo seudónimos sueltan fácilmente palabras de odio y tienden a romper reglas; mientras que las personas que se identifican con nombre y apellido debaten con conocimiento e información, manifestando responsabilidad ante las reglas. Los verdaderos troles son los usuarios anónimos que fomentan la violencia desde internet y las redes sociales, y no los que se identifican claramente y debaten con ideas fundamentadas.

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Primer grito libertario de América

El 25 de mayo recordamos 205 años del primer grito libertario de América, realizado en Chuquisaca

/ 30 de mayo de 2014 / 06:07

El 25 de mayo recordamos 205 años del primer grito libertario de América, realizado en Chuquisaca en 1809. Esa fecha fue la culminación de un largo proceso de resistencia de los movimientos libertarios indígenas contra la colonia española. Los mentores de las acciones del 25 de mayo de 1809 fueron los doctores (abogados) de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca (USFXCH), a la cabeza de los hermanos Manuel y Jaime Zudáñez, Bernardo Monteagudo y otros.  ¿Por qué el primer grito se dio en 1809 y no antes o después? La respuesta parece ser lógica: porque para 1809 se acumularon las condiciones sociales y políticas, tanto externas e internas.

En el ámbito externo, cabe recordar que el emperador francés Napoleón Bonaparte conquistaba casi toda Europa, y que por entonces el poder político de España fue víctima de un severo proceso de desestabilización. El rey Carlos IV no estuvo tranquilo desde la Revolución Francesa de 1789. En 1807 por poco fue destronado por su propio hijo Fernando. Un año más tarde, el pueblo español se levantó contra los reyes, lo que obligó a Carlos IV a abdicar en favor de su hijo Fernando VII, quien recibe doble presión: de sus padres y de Napoleón. Poco tiempo después le devolvió el poder a su padre, pero un día antes de recibirlo, Carlos IV había pactado pasar la corona a Napoleón. Así en 1808, tanto Carlos IV como Fernando VII dejan el reinado, y Napoleón traspasa la dirección de España e Indias a su hermano.

En cuanto a las condiciones internas para los sucesos ocurridos en 1809, voy utilizar una analogía entre un partido de fútbol y la guerra de la independencia de 1825, comparación que surgió de un docente en un análisis académico en la USFXCH. La Colonia española y la lucha de los indígenas por su libertad (hasta la independencia de los criollos) duró cerca de tres siglos (290 años), desde 1535 a 1825. Esto representa los 90 minutos “reglamentarios” del partido, el primer tiempo duró 274 años (de 1535 a 1809), el segundo tiempo, 16 años (de 1809 a 1825).

Los movimientos libertarios encabezados por los indígenas habían resistido a la Colonia por 274 años y, si comparamos con el primer tiempo de un partido de fútbol, habían jugado más de 40 minutos, mientras que los movimientos independentistas liderados por los criollos estuvieron en la cancha de jugadores delanteros los últimos minutos, tuvieron la oportunidad de hacer el gol en 1809 y fueron reconocidos por la historia oficial.

Pero quienes sudaron la camiseta por más de 27 décadas fueron los denominados levantamientos indígenas. Entre aquellos que ocurrieron antes de 1809 considerados como los más importantes cabe señalar el de la hacienda Real de la Corona de Potosí en 1612, el de Filinco en La Paz en 1661, Calatayud en Cochabamba en 1730, el de Oruro en 1739, el de los hermanos Katari de 1781 (Carlos Terrazas, 2011). El último es conmemorado por dos cercos a La Paz, durante 109 y 64 días, respectivamente. En esta lista habría que agregar a Dámaso Katari, Bartolina Sisa y a Micaela Bastidas, entre muchos otros líderes indígenas que alimentaron con grandes jugadas a los “delanteros oportunistas”. Por cuestiones de espacio, tendré que realizar el comentario sobre el segundo tiempo en una siguiente oportunidad.

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