Gluten
Millones andan sumergidos en la creencia de que la proteína que nos hizo humanos nos está matando
El gluten está de moda, una moda perversa en el mundo desarrollado y naturalmente entre los que siguen manías de las economías regidas por los intereses mercantiles en contra de la esencia de lo humano.
Los paleontólogos más reconocidos están de acuerdo en que nos separamos de nuestros primos chimpancés en la sabana africana cuando, forzados por un cambio ambiental, mudamos nuestra alimentación frugívora por las semillas de pasto, base que solo se modificó en algo con la aparición de la caza tecnificada hace unos 2 millones de años. Con excepción de insectos o carroña, por 4 millones de años, nuestra proteína provino del gluten de esas semillas que ahora llamamos cereales.
Algunos pueblos africanos, asiáticos y americanos cambiaron la proteína del gluten por la de granos como la quinua, y la limitada del arroz y el maíz, y es posible que en casos aislados pudieran ahora reaccionar ante el gluten. La cebada europea (tradicional boliviana) es una prueba de cómo conservamos mayoritariamente esa capacidad aún después de 15.000 años de vida americana sin gluten afro/asiático.
En el mundo solamente el 0,6% de la población reacciona inmunitariamente contra el gluten en la llamada enfermedad “celíaca”, que puede ser desde molesta hasta mortal. En EEUU, con una inmigración desproporcionada y con una alimentación basada energéticamente en el trigo (pan, pizza, tortas, etc.), dicha proporción llega al 1%… ¡pero no más! Ahora, por lo menos la mitad de la población norteamericana y nuestros ricos autóctonos, incluyendo a la mayoría de los médicos, andan sumergidos en la creencia comercial de que la proteína que nos hizo humanos nos está matando. La gente deja el gluten, le desaparecen las molestias estomacales y adelgazan. ¿Milagro? ¡Real pero totalmente falso en su concepción! Al dejar el trigo, el centeno y la avena, la gente obviamente adelgaza, y al eliminar los carbohidratos refinados (cadenitas de 3 a 12 glucosas) les funciona mejor la digestión, hasta que… descubren la “comida libre de gluten”; y sintiéndose seguros con alimentos “verdaderamente sanos, en su imaginación equivocada” se atiborran de otras harinas para recuperar el peso perdido con un metabolismo reprogramado negativamente por el abandono del pan.
La revista Forbes publicó hace un par de meses la explicación del Dr. Peter Gibson, investigador de talla mundial y director de la Unidad Gastrointestinal del Alfred Hospital de Australia, que en un escrutinio masivo y detallado demostró que la llamada “Sensibilidad Generalizada al Gluten” sí existe, pero no al gluten, sino a los carbohidratos refinados de nuestra cultura copiada. Lo más aterrador es que los nutricionistas y médicos han caído en esta trampa de una guerra comercial, en vez de buscar la solución en los carbohidratos complejos que nos hicieron humanos.