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El lenguaje del futuro

Al sistema educativo no le va a quedar otra que incluir en las mallas curriculares  el arte de programar.

/ 28 de septiembre de 2014 / 04:00

En un futuro no muy lejano las personas van a necesitar aprender un nuevo lenguaje, y no me refiero al chino o al alemán, de hecho no será uno solo, serán varios lenguajes de programación. Puesto que la sociedad digital crece cada día más, al sistema educativo no le va a quedar más opción que incluir en las mallas curriculares el arte de programar.

Los lenguajes artificiales construidos por algoritmos y estructuras de datos permiten resolver distintos problemas, e incluso adquieren el estilo propio del programador. Ciertamente hoy en día en muchas escuelas se imparte la asignatura de informática. Sin embargo, en esta materia se aprende solamente a usar correctamente los programas diseñados por otras personas, como Word, Excel o alguna otra herramienta para navegar en la web; algo totalmente distinto a lo que realiza un desarrollador de programas.

Con ayuda de una programación didáctica, eliminando la sintaxis rígida que vuelve aburrida a esta rama de la informática, los niños y jóvenes podrían aprender a pensar creativamente, tendrían un mejor razonamiento y podrían resolver problemas sistemáticamente, en colaboración e interacción con sus demás compañeros. A los jóvenes se les podría enseñar sobre robótica básica. Este tipo de educación fortalecería el uso de las matemáticas, y en particular del álgebra, pilares para la creación de algoritmos de programación. Para tal efecto existen programas de código abierto como Scratch, RoboMind, Alice, etcétera.

Esperemos que el próximo gobierno le dé la importancia debida a las computadoras que están siendo entregadas a las escuelas públicas del país, de tal manera que se aproveche  al máximo esos equipos. Así, las nuevas generaciones sabrán cómo defenderse en el agresivo mundo virtual, y al mismo tiempo podrán abrir sus mentes a las nuevas herramientas y aplicaciones tecnológicas.

Actualmente en el país nos limitamos a consumir contenidos a través de internet, y ni siquiera se nos pasa por la mente que nosotros también podemos desarrollar nuevas tecnologías. Y no me refiero a ensamblar los aparatos, sino a crear y adaptar programas y mecanismos que responsan a nuestras necesidades y nos ayuden a resolver los problemas propios de nuestra sociedad. Por caso, se podría masificar el uso de firmas digitales y eliminar la burocracia, de tal manera que se pueda realizar la mayor parte de los trámites desde una computadora.

Sin soñar demasiado, espero poder ver el día en que el país cuente con un Ministerio de Ciencia y Tecnología  que ayude a crear nuestro propio sistema operativo, que nos permita, entre otras ventajas, desarrollar investigaciones sobre robótica e inteligencia artificial para bien de nuestro país.

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Mundo virtual

El mayor peligro de todos es darle más importancia al mundo virtual que a la vida real

/ 16 de febrero de 2014 / 04:00

Despertamos y lo primero que hacemos es utilizar  smartphones o computadoras para conectamos a un mundo totalmente distinto del que vivimos. A través de estos aparatos entramos en un mundo virtual al que le confiamos gran parte de nuestra vida real, o por lo menos la mejor parte de ella, con el fin de obtener consuelo o aprobación de gente que conocemos y desconocemos.

Por lo general, en este mundo virtual tratamos de ocultar o disimular defectos o aspectos de nosotros mismos con los que no estamos conformes; algo que se puede lograr gracias a la impersonalidad del cyberespacio y el inmenso conocimiento que internet pone a nuestro alcance. Basta un poco de investigación on line para adquirir herramientas y conocimientos que nos pueden hacer pasar por grandes artesanos, poetas o intelectuales de alto vuelo.

Esta realidad virtual no solo se alimenta de las redes sociales, los blogs o los foros; están también los juegos en línea, todo un mundo donde algunos participantes, principalmente jóvenes, manifiestan su admiración por determinados jugadores cuyo desempeño es sobresaliente. Muchos intentan ser como ellos, los siguen en las redes sociales e imaginan cómo poder ganarse la vida jugando en internet, malgastando horas y horas de un tiempo que pudo ser mejor aprovechado.

Desde que las personas “virtuales” tienen un papel vital en el mundo real, promocionando un nuevo artista, película o una noticia, también se puede destruir la honra de una persona o un proyecto de vida, porque en el mundo virtual nada se pierde ni olvida. Depender de este mundo tiene consecuencias en la salud. Por ejemplo, la mala posición durante el uso prolongado de tabletas o computadoras portátiles puede causar daño a la parte baja de la espalda; hay adolescentes que padecen de insomnio por dormir con sus smartphones debajo de la almohada a la espera de recibir mensajes; el empleo del pulgar para escribir mensajes en los teléfonos celulares lo más rápido posible provoca dolores en ese dedo… Pero el mayor peligro es darle más importancia al mundo virtual que al real, lo que daña no solo las relaciones interpersonales, sino que además aísla a las personas en una realidad ficticia. Mal que afecta a cada vez más niños, adolescentes, jóvenes y adultos; por eso en algunos países incluso ya se han abierto clínicas para tratar la “adicción a internet”.

Hay que recordar que la tecnología, bien utilizada, puede ser muy útil, tanto en aspectos educativos como comunicativos; pero debemos tener cuidado al ingresar en este desconocido mundo virtual, en el que no sabemos con qué o con quién nos podemos encontrar, y que cada día se hace más grande y peligroso.

Es ingeniero de sistemas, responsable del archivo de La Razón.

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