Icono del sitio La Razón

El futuro del país

Las horas transcurren con trepidante rapidez en un conteo final hacia el domingo 12 de octubre, fecha en la que la población boliviana tendrá la responsabilidad de elegir, a través de las urnas, a las principales autoridades nacionales, responsables de liderar y conducir al país desde el Gobierno central y la Asamblea Legislativa durante los siguientes cinco años.

Como es casi una tradición, los días previos a la contienda electoral se ven colmados por ofertas de parte de los candidatos que en algunos casos pueden ser atractivas, innovadoras, interesantes o finalmente de “interés y salvación nacional”. Todo esto con el afán de convencer al ciudadano para que le confíe su voto. Ante este panorama de promesas políticas traducidas en proyectos planes y hasta sueños, es necesario tomar un tiempo para reflexionar respecto al tipo de voto que se colocará en el ánfora.

La institución regente del proceso electoral ha iniciado una campaña por el voto informado llamando a los electores a tomar conocimiento sobre los planes que tienen los diferentes postulantes sobre nuestro futuro. Está bien, el voto informado enriquece la decisión. Empero, analizar con mayor atención cada programa hace que ese mismo voto tenga la connotancia de ser una elección meditada.

Asimismo, resulta lógico que la preferencia por un candidato u otro depende, además de la afinidad política o ideológica, de lo efectivo y creíble que resulte su propuesta de gestión gubernamental en materia económica, en cuanto a preservación de la estabilidad macroeconómica y potenciamiento de las empresas públicas. Tareas que deberían traducirse en mejores oportunidades laborales, empleo productivo e ingreso sostenible.

Resulta claro que, granulando la propiedad estatal en forma de libretas como un modelo que fue probado y con un resultado privatizador, o resignando porcentajes de rentabilidad a los que actualmente se mantienen (como es el caso del sector gasífero o cediendo las parcelas mineras en forma de minifundios para algunos sectores cooperativistas) son soluciones siquiera sensatas.

Desde una perspectiva más micro, la solución al desempleo y mejores ingresos tampoco significa crear más cuentapropistas que bajo el rótulo de emprendedores que asistieron a centros de capacitación estarán en condiciones de crear valor agregado.

 Tampoco es solución mantener una dualidad en la estructura económica del país promoviendo al empresariado nacional a realizar más inversiones, cuando por otro lado aún campea el contrabando y quienes de manera subterfugia se camuflan en las sombras de la informalidad/ilegalidad. En todo caso, quedan siete días para tomar una decisión electoral, que ojalá se dé a la luz de la información y la reflexión.