Desarrollo y pobreza
Deberíamos preguntarnos qué candidato nos ofrece más oportunidades y libertades en su propuesta política
Aunque los economistas evalúan el desarrollo mediante variables como el PIB per cápita o el coeficiente Gini de desigualdad, el tema es mucho más complejo y humano que simples medidas de tamaño y densidad. No es comparable un ternero con una motocicleta, así su altura y peso sean similares, hay mucho, muchísimo más en la diferencia. Costa Rica o el Estado de Kerala en el sur de la India son francamente más desarrollados que otros países que los doblan o triplican en ingreso y hasta en equidad. ¿Dónde está entonces el meollo del asunto? ¿Qué le debemos exigir a los futuros gobernantes que realmente nos ofrezcan en esta época electoral?
La reciente encuesta de Ipsos sobre la percepción que tenemos de los diferentes candidatos corresponde a su reacción ante los problemas endémicos del país, y no a su posición realista ante lo que significa la propuesta de mejora en la calidad de la vida de todos los ciudadanos, o la percepción que tengamos de la calidad personal o profesional de cada candidato. Apenas se apunta a cómo creemos que manejarían los temas-conflicto: narcotráfico, corrupción, desempleo, pobreza o desigualdad. Es decir, una encuesta sobre lo que no queremos, en vez de una posición ante lo que querríamos del país.
Para imaginar ese futuro que deseamos, nos ayudarían a pensar dos definiciones no convencionales de desarrollo: por un lado, el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas… “desarrollo es una medida de las oportunidades que se presentan en la vida cotidiana a las personas”, oportunidades de aprender algo nuevo, útil y relevante; oportunidades de trabajar en nuestro propio negocio; oportunidades de encontrar y desempeñarnos en un empleo útil, atractivo, relevante y reconocido por los demás; oportunidades para dar dirección al futuro de nuestra familia, para interactuar y liderar procesos sociales; oportunidades para alimentarnos y tener una mejor salud; es decir, oportunidades para vivir una vida plena y feliz, como lo dice la Constitución norteamericana. La otra definición corresponde al indio Amartya Sen, quien ganó el Premio Nobel de Economía en el tema de la pobreza mientras trabajábamos juntos en el Proyecto regional para la Superación de la Pobreza del PNUD; mi mayor orgullo académico es ser coautor en tres de sus libros sobre el tema del desarrollo. Amartya llegó, después de muchos años, a la conclusión de que desarrollo es simplemente ¡libertades de todo tipo a lo largo de toda la vida! Recomiendo su libro al respecto.
Deberíamos preguntarnos antes de votar: ¿quién nos ofrece más oportunidades y libertades en su propuesta política, más allá de quién será el mejor contra el narcotráfico, el crimen o el desempleo?