La noche del martes, una mujer de 21 años murió luego de ser atacada en una céntrica calle de Trinidad por su pareja, quien le asestó diez puñaladas. De acuerdo con la Policía, la víctima estaba trabajando en su puesto de hamburguesas, cuando discutió con su novio durante al menos 15 minutos, y la violencia fue subiendo de tono hasta desencadenar una tragedia a la vista y paciencia de los transeúntes y comensales.
Como muchos otros crímenes, detrás de este hecho de sangre se encuentran los celos y una actitud enferma manifestada por un hombre inseguro para quien “su” pareja constituye una más de sus pertenencias. Y justamente por esta errada percepción, reacciona con violencia cuando su pareja decide separarse de él.
Sabiendo que una actitud obsesiva de no pocos varones hacia sus enamoradas o esposas, potenciada muchas veces por el consumo excesivo de alcohol, es el principal detonante de la violencia de género en el país, surge la pregunta de por qué no se adoptan medidas de largo aliento que ataquen la raíz del problema. Es decir, los hábitos culturales y sociales machistas, socapados tanto por hombres como mujeres que frecuentemente beben frente a sus hijos y recurren a la violencia y a los insultos a la hora de relacionarse con sus parejas.