Voces

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Mensaje divino

Un mensaje divino que anunciaba que había llegado la hora de separarnos y tomar caminos diferentes

/ 26 de octubre de 2014 / 04:07

Primero me llorarán, luego me pensarán. Después, me olvidarán”. Recordar este proverbio que utilizó el psicoanalista Jamil Abuchaem me transporta en el tiempo a aquel último grato encuentro que tuvimos hace dos años; esa tarde está grabada en mi mente sencillamente porque aquel día el cielo se tiñó de gris, ese gris que me hacía recordar tus ojos. Era perfecto, no pudiste haber elegido otro momento, como la tan esperada visita nuestra al que ruge en Achumani, para sacar y entregarme un mensaje que estaba oculto en aquel latente cofre rojo que tú cuidabas celosamente, pero una circunstancia inesperada, tu salud, hizo que ambos eventos sean postergados.

Entusiasmados, programamos otra cita, pero el destino, tan incierto, se empeñaría en despedazar nuestros planes. Pudiste vislumbrar en mi mirada que yo también añoraba reencontrarme contigo, pues no podía disimular la ansiedad de saber qué decían aquellas líneas que habían sido grabadas en el papel con una tinta tan roja como el fuego que se encendía en tu ser cuando te enfrentabas a aquellos que pretendían romper valores como la honestidad, sinceridad y lealtad.

Fue una llamada la que nos distanció para siempre, una voz al teléfono que me comunicaba que tú habías levantado las armas en señal de rendición para ya no seguir luchando contra el mal que te atormentaba. Fue así que al no ver otra opción, decidiste partir con rumbo desconocido, sin despedirte, sin causar dolor a los que tanto amabas.

Dos días después de su partida, la certeza de saber que no retornaría jamás hizo que decidiera abrir el cofre misterioso. Pero grande fue mi sorpresa, el papel con el mensaje secreto ya no estaba, había sido intercambiado por otra hoja tan brillante como el resplandor de un ángel, y que tenía impresa cuatro palabras con letras doradas: “Él siempre estará contigo”.

Usted se preguntará, querido lector, cuál era el mensaje que tan celosamente se guardaba en aquel cofre y qué pasó con él. Olvidaba contarle que, según las pericias policiales, el candado que protegía la urna había sido violentado el mismo día en que aquella persona tan importante en mi vida había decidido marcharse y que posiblemente este hecho tenga relación con el intercambio de la nota. Con relación al mensaje, después de una ardua investigación, lamento comunicarle que hasta ahora no se ha podido establecer con certeza su contenido. Empero, por las pistas, pienso que no fue otra cosa que un mensaje divino que fue encomendado a mi amado padre para anunciarme que había llegado la hora de que nos separemos y tomemos caminos diferentes.

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El precio de la paz

Toda guerra tiene un costo, pero el de las FARC fue muy alto: cortaron las alas de miles de niños y niñas

/ 18 de septiembre de 2016 / 08:00

Niños entrenados en el manejo de armas automáticas, morteros, explosivos, granadas e incluso con habilidades para ensamblar bombas de cilindros de gas y sembrar campos minados; o menores usados como escudos humanos y contratados a sueldo para asesinar guerrilleros… no se trata de historias de una película de ciencia ficción, sino, el resultado de la participación, por un lado, de niños en fuerzas paramilitares de derecha para atacar a la guerrilla y, por  otro, la creación de un artilugio revolucionario por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC): el reclutamiento de menores de edad desde 1975 hasta 2014 para comprometerlos en acciones armadas.

Hace una semana, las FARC entregaron al Comité Internacional de la Cruz Roja a los primeros 13 niños que combatían en sus filas, como parte del acuerdo sellado en La Habana entre esa facción y el gobierno de Juan Manuel Santos. Una acción destacable, pero insuficiente, para enmendar una deuda histórica de casi 40 años con unos 11.000 niños (de acuerdo con Human Rigths Watch) que lucharon en una guerra de adultos por intereses políticos e ideológicos también de adultos.

¿Pero cómo se repara el daño emocional de pequeños que, sin entender el porqué del conflicto, “juegan” con AK-47 a ser héroes contra la artillería pesada del Ejército colombiano? ¿Cómo se reinserta a la sociedad a niños que escaparon del abuso físico y sexual que padecían en sus hogares para buscar la protección de una facción que solamente los entrenó para asesinar, torturar, mutilar y ser partícipes de ejecuciones de figuras públicas?

¿A qué grado de deshumanización hemos llegado, al extremo de que contratamos a niños para asesinar guerrilleros, usamos menores de edad para tareas de Inteligencia, e incluso permitimos que sean testigos de torturas y atrocidades? ¿Qué clase de “revolución” utiliza el tema de la desmovilización de menores para obtener condiciones favorables en las negociaciones o lograr réditos políticos, como la obtención de curules?

Tanto el Gobierno de Colombia como las FARC tienen la responsabilidad de impedir que este proceso de reincorporación de niños excombatientes fracase, así como sucedió en Burundi, Sudáfrica o Liberia. La principal tarea será garantizar la seguridad de los menores desvinculados y restablecerles sus derechos. De lo contrario, los estarían condenando a caer en conductas violentas o, peor aún, en las garras de grupos delincuenciales organizados. Toda guerra tiene un costo, pero en este conflicto armado el precio fue muy alto: cortaron las alas de decenas de miles de niños y niñas.

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Discurso presidencial

Además de ser claro y conciso, un discurso debe tener en cuenta que la atención del oyente dura solo 21’

/ 2 de agosto de 2015 / 05:48

Para muchos, el solo imaginar a un senador de pie y dando un discurso de 22 horas ante el Congreso de Estados Unidos puede parecerles una locura. Pero ocurrió, fue el senador Ted Cruz, quien dio una alocución a los congresistas utilizando ese tiempo con el objetivo de retrasar la votación del famoso Obamacare. No fue nada malo el tiempo empleado, tomando en cuenta las 24 horas y 18 minutos utilizados por Strom Thurmond, número uno en el ranking de los discursos más largos de la historia.

Quizá menos largo, pero más inspirador e influyente, fue el discurso de “Gettysburg” pronunciado por Abraham Lincoln, una de las alocuciones más grandes de la historia por destacar los principios de igualdad de los hombres; y lo propio el mensaje titulado I Have a Dream de Martin Luther King, que traspasó la barrera del tiempo y aportó por una convivencia pacífica entre las personas negras y blancas. Sin embargo, el rey del discurso fue sin duda alguna Fidel Castro, quien es recordado por su alocución en la ONU en 1968, que duró cuatro horas y 22 minutos, o el pronunciado en La Habana en 1998 con una duración de siete horas y 15 minutos.

En nuestro medio también hay personalidades que pretenden subirse al tren de los récords cuando emiten extensos informes o dan discursos, incluso con amenazas de incrementar hasta tres veces el tiempo de duración de sus alocuciones.

Cinco horas fue el tiempo que utilizó el Presidente del Estado al momento de hablarle a Bolivia el 6 de agosto de 2013, a diferencia de su discurso por el día del aniversario patrio en 2014, que tuvo una duración de una hora y le dio el tiempo suficiente como para abordar temas de real importancia para la nación.

Este 6 de agosto Bolivia cumplirá 190 años de fundación, y el pueblo boliviano no solo espera un discurso presidencial que promueva los avances y aciertos de su gobierno, sino que muestre interés y preocupación hacia otros conflictos urgentes como el suscitado en Potosí.

Evo Morales debe recordar que el poder de una alocución que persuada radica en el carisma que tenga la persona que da el discurso, tomando en cuenta además el tiempo de atención que pueda prestar el oyente, que no es más de 21 minutos. En suma, un discurso inclusivo para toda Bolivia, que sea autocrítico y que reconozca los errores de su gobierno para subsanarlos en el menor tiempo posible. Nuestro mandatario tampoco debe olvidar, como decía Demóstenes, que en un discurso es importante “la forma en que se pronuncia, los gestos, la voz y pronunciación, pronunciación, pronunciación…”.

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