¿Fronteras políticas para la cultura?
En una historia ‘mestiza’ como la nuestra es muy difícil encontrar un elemento sin ‘contaminación’
Las buenas ideas no tienen fronteras, simplemente se propagan, porque son inteligentes, atractivas, curiosas, seductoras… La danza, la vestimenta, la música se contaminan y/o enriquecen en la medida de la aculturación de los actores. Por ejemplo, el sombrero fue aprehendido vivamente por los indígenas del Nuevo Mundo, quienes hasta el contacto con los europeos usaban tocados de plumas, tocas de algodón o lana, o particulares cubre cabeza como la cofia a cuatro puntas del periodo Tiwanaku.
En Bolivia, desde la segunda mitad del XIX se comenzó a introducir el bombím o sombrero inglés para caballeros, que popularizó Charles Chaplin en el siglo XX, sorprendentemente para el uso de las mujeres andinas de pollera. ¿Por qué las mujeres se decidieron por un sombrero masculino inglés? ¿Quizás por la moda, o por alguna creencia que relacionaba el sombrero con la fortuna o la fertilidad? ¿Una suerte de amuleto?
Otros elementos como las dos trenzas, blusa, mantilla, pollera, medias de seda, botas o zapatos planos tipo ballet son usanza europea, que de manera forzada y a costa de rebelión y sangre los españoles introdujeron, obligando a las mujeres andinas autosuficientes a comprar productos europeos. Lo mismo se hizo con los hombres para el uso de pantalones, chaqueta, zapatos, etc. Fue una estrategia de endeudamiento usurero e ilegítimo que se extendió a muchos otros productos. Esta aculturación forzada y dolorosa para los nuevos colonizados tuvo un interés económico y sociológico de despojo. El destino es irónico, porque hoy son estos elementos motivo de reivindicación de una identidad indígena.
La aculturación se dio bajo diversas formas en todo el nuevo continente, donde hasta ese momento se tenía un concepto de frontera diverso al actual. Los países que hoy conforman la Comunidad Andina vivían a la época con otros espacios geográficos y socioculturales, naciones como la aymara no estaban divididas por las fronteras políticas que conocemos actualmente. Por lo tanto, las raíces culturales son comunes. Y aún si fueran muy contrastadas en algunos territorios más alejados que otros, la propagación de lo bueno y/o de lo atractivo siempre traspasó cualquier frontera.
El folklore reconocido por la Unesco como patrimonio mundial por su belleza, grandeza, creatividad, refleja una historia no solo de originalidad y/o indigenismo, sino también de encuentro, sincretismo, aculturación forzada, aculturación voluntaria, esclavismo, etc. Ver las danzas en Bolivia, Perú, Chile es ver la historia de un pueblo que recupera objetos del pasado, ritmos, colores, empero, inventa, aprehende, comparte, difunde…
¿Quién es dueño de las plumas exóticas que adornan cuerpos, cabezas, trajes y armas de los guerreros o princesas de la selva? ¿Bolivia, Brasil, Perú? Las aves exóticas no tienen documentos, simplemente vuelan por las selvas, por la Amazonía que compartimos también con Venezuela y Ecuador.
Hay muchos elementos comunes en nuestros andes o Antis, cuyo nombre proviene de la selva, el territorio desconocido. En una historia “mestiza” como la nuestra es muy difícil encontrar un elemento sin “contaminación”. ¡Que la cultura nos una y no nos separe!