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El audiovisual que molesta a Chile

Cinco minutos y 37 segundos de opiniones de gente del pueblo boliviano acerca de nuestra demanda marítima bastaron para molestar a las autoridades chilenas. El audiovisual fue dirigido por Juan Carlos Valdivia, reconocido cineasta boliviano, y el guion fue elaborado por Carlos D. Mesa, historiador. El audiovisual muestra a personas de diferentes departamentos del país explicando los alcances de la demanda que Bolivia interpuso contra Chile en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya.

La cinta se inicia afirmando que nacimos a la vida republicana con 120.000 km2 de litoral y 400 km lineales de costa, es decir una buena parte de lo que hoy es la República de Chile que posee territorios que nos arrebató luego de la Guerra del Pacífico de 1879. Si bien, este documental puede considerarse una respuesta al audiovisual chileno en el que expresidentes de esa nación reafirman que Chile no tiene asuntos pendientes con nuestro país (como una prueba de que esa nación tiene definida, desde hace décadas, una política de Estado respecto a todos y cada uno de los asuntos internacionales que considera importantes), el nuestro muestra a gente común. Ciudadanos y ciudadanas que van explicando y aclarando que no se trata de objetar el Tratado de 1904, sino de los compromisos que Chile ha incumplido con Bolivia, compromisos que incluso fueron ratificados por presidentes y cancilleres chilenos a lo largo de la historia, razón por la cual nuestro país lo demanda ante la CIJ, máximo organismo internacional para solucionar conflictos entre países.

Sabemos que muchos expresidentes y cancilleres chilenos reafirmaron en su momento nuestro derecho y reconocieron que Chile tiene asuntos pendientes con Bolivia, y en el audiovisual se menciona una nota oficial del 20 de julio de 1950, firmada por el entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, enviada a nuestro Gobierno que dice textualmente: “mi gobierno (…) está llano a entrar formalmente en una negociación directa que pueda dar a Bolivia una salida propia y soberana al océano Pacífico”. Y no se trata, como tergiversan los expresidentes chilenos, una demanda de libre tránsito, ni de mayores o menores facilidades de tránsito, ni de aranceles aduaneros, ni derechos de almacenaje; se trata del derecho a un puerto propio, de un acceso soberano al mar, porque sencillamente libre tránsito no es soberanía.

El guion hace hincapié en que nuestra demanda no cuestiona el Tratado de 1904, porque lo respetamos y no ponemos en riesgo el sistema internacional de cumplimiento de tratados; en cambio Chile, al cuestionar la competencia de la Corte Internacional de Justicia en este tema, no está respetando este sistema. Así que las exageradas respuestas de las autoridades trasandinas a este documental boliviano, intentando descalificarlo, solamente lo posicionan mejor ante la opinión pública internacional y hacen que mucha gente lo busque en  internet. Un buen trabajo del Estado Plurinacional de Bolivia.