Guerra Fría y petróleo
Para la gestión 2016 el reto es generar un crecimiento estable como el alcanzado hasta ahora
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba muestra un atisbo de la culminación de la Guerra Fría, pero la batalla económica entre Arabia Saudita y EEUU, respecto a la producción de crudo a través de reservorios convencionales y no convencionales, junto a la pulseta geopolítica entre Rusia y Occidente, han provocado la caída del precio del petróleo.
El hecho de que el petróleo se utilice como estrategia en políticas externas no es algo nuevo. La novedad es el tipo de reservas hidrocarburíferas que ahora entran en juego, como las no convencionales (shale oil). Esta tecnología (pirolisis, hidrogenación y disolución térmica) aplicada por EEUU en Eagle Ford, a pesar de los sismos que podrían generarse debido a la energía inyectada debajo de la superficie, tiene un costo aproximado por barril (WTI) de $us 60, pero las empresas operadoras continuamente reducen el costo incluso hasta $us 50, lo que genera una idea del precio a doblegar mediante una sobreproducción, superando los 30 MM de barriles día de los países miembros de la OPEP, a fin de volver inviable el shale oil de EEUU en 2015.
El precio antes mencionado constituye un “castigo” para los países exportadores de hidrocarburos y una oportunidad de crecimiento para los importadores. Bolivia no es un país exportador de crudo, pero el precio del gas natural está indexado a la cotización de los derivados del petróleo (fuel oil y diésel). Debido a que el precio del gas natural de exportación es determinado de manera trimestral para Brasil y semestralmente para la Argentina, la caída abrupta del precio del crudo no afecta de manera inmediata a las recaudaciones del TGN; adicionalmente los actuales precios del petróleo desaceleran las inversiones planificadas en el Presal de Brasil a 7.000 metros debajo del mar, y en Vaca Muerta, en Argentina, mediante fracking.
Al ser el sector de hidrocarburos fundamental en la distribución de recursos en Bolivia, es que de manera responsable se prevé una mayor inversión pública que supere los $us 6.100 MM para contrarrestar cualquier efecto negativo en la economía, fortaleciendo el motor de la demanda interna, y así garantizar un crecimiento cercano al 5,9%, tomando como factor favorable la reducción del valor de la subvención a la gasolina y el diésel, estimada en $us 450 MM.
Con los precios actuales del petróleo, el reto se plantea para la gestión 2016, de generar un crecimiento estable y constante en el sector como el alcanzado hasta ahora. La respuesta es la industrialización. Con la exportación de urea desde Cochabamba diversificaremos las exportaciones con mayor valor agregado a partir del gas natural, lo que es clave para sobrellevar los precios cíclicos de las materias primas.