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Importancia de la Salud Mental en las políticas públicas

El qué y el cómo del quehacer en la salud pública. En los primeros años del proceso de cambio, entre las políticas públicas nacionales, probablemente las políticas de salud pública se contaban entre las más sólidas, coherentes y consecuentes con los procesos de descolonización, reconocimiento de la diversidad cultural y científica, los conceptos de “Vivir Bien” y de “lo Comunitario”. Dicha coherencia se expresaba en la política de Salud Familiar Comunitaria Intercultural (Safci) (sin comas, pues es un concepto indivisible) y la estrategia por excelencia, la Promoción de la Salud. La política, en virtud a que se constituye mediante lineamientos más abstractos e ideológicos, aparentemente se conserva mejor; pero la estrategia, que se expresa en acciones bien direccionadas, muestra con mayor crudeza un decaimiento en la “mística” revolucionaria.

Tal es así que una de las materias de mayor relevancia de la Dirección General de Promoción de la Salud, como es el Área de Salud Mental, en la actualidad no existe. Resaltamos su importancia porque el equilibrio psicosocial y emocional de la población, en su totalidad, es un insumo indispensable para la construcción de la salud pública en particular y, en consecuencia, para la construcción del proceso en general.

SUFRIMIENTOS. Cuando se habla de la Salud Mental, se piensa en lo opuesto, la Enfermedad Mental, la locura, y con ello, en toda suerte de sufrimientos, de tal manera que preferimos dar vuelta la página y cambiar de tema, y así podemos pasar la vida sin experimentar su mejor perfil, el bienestar emocional, psicológico y espiritual, o sea, el estado de Salud Mental.

La Salud Mental es la relación de plena armonía y aceptación entre toda persona consigo misma, con su familia, la comunidad, la naturaleza y el cosmos. Suena algo tan difícil de alcanzar como el Nirvana, sin embargo, la mayoría de las personas puede dar cuenta de momentos, circunstancias, inclusive de periodos en su vida en que “puede dormir tranquila”, como se suele decir. Lamentablemente, tales periodos nunca se prolongan tanto como quisiéramos y aparentemente no somos capaces de controlarlos o promoverlos, pues desconocemos las formas de procurarlos; en pocas palabras, desconocemos “los factores determinantes de la Salud Mental”.

La Promoción de la Salud es la identificación de los factores que hacen posible vivir en estado de salud y facilitan su desarrollo. En cuanto a la Salud Mental, estos factores conforman un amplio abanico, consecuente con la complejidad del asunto; por ello, conviene empezar por su aspecto más general: Se dice que “la función hace al órgano” u “órgano que no se usa, se atrofia”, sin embargo, no podemos decir que la Salud Mental sea el resultado de la actividad de un órgano en particular y, menos aún, de un solo órgano; en consecuencia, es aconsejable tener en actividad a todo el organismo. Actividad física, intelectual, social y espiritual.

Actividad física. Todo lo que sucede con y en el organismo se registra, consciente o inconscientemente, tal es así que uno se siente o no capaz de realizar, por ejemplo, un salto. Conoce su peso, la fuerza y elasticidad de sus músculos. El transcurso del tiempo y el sedentarismo paulatinamente crean en el organismo, primero la sospecha de un declive en la capacidad física, luego, la certeza; más tarde, la sospecha de algún grado de discapacidad física, luego, la certeza de ello. Así sucesivamente, la sensación de discapacidad se va haciendo un sentimiento que invade el resto de las esferas de la vida. Nadie espera poder conservar intacta la vitalidad de los 20 años, tampoco es eso lo que se desea, sin embargo, el crepúsculo de la vida no tiene por qué ser la demencia o la postración. Es cierto que no se trata de “morir sano”, pero tampoco se trata de “vivir enfermo”.
Lamentablemente, en la estructura del Estado, la distancia entre el deporte y la salud es cada vez mayor. Evidencia que en lo estratégico no se tiene clara la función de la actividad física recreativa comunitaria (no selectiva) como herramienta de promoción de la salud.

Actividad intelectual. Es necesario practicar o conocer alguna ciencia y desarrollar así el razonamiento lógico y la memoria; practicar o conocer algún arte y desarrollar así la sensibilidad, la comunicación y la introspección. Ambas formas de actividad intelectual son perfectamente compatibles, mejor aún, se necesitan, equilibran y complementan mutuamente. La ciencia nos pone en contacto y nos ubica en el orden cósmico, nos ubica en la explicación inagotable de la razón de la existencia; y el arte nos hace posible la exteriorización de “mundo interior” que cada persona tiene y necesita mostrarlo. Cuando prescindimos de uno, el otro pierde sentido, y llega a ser a veces “insoportable”.

RELACIÓN. Actividad social. Sigmund Freud identifica tres fuentes del sufrimiento humano: 1) la caducidad o vulnerabilidad del cuerpo, 2) la lucha con la naturaleza, y 3) las relaciones sociales. Señala a las últimas como las más importantes. Sin duda son también las relaciones sociales la más importante fuente de placer y satisfacción, en tanto éstas no se envenenen con la injusticia. Al respecto, es necesario recurrir al concepto de “lo comunitario” como el elemento que da sentido a las relaciones sociales y, en consecuencia, como determinante de la Salud Mental.

Actividad sexual. Generalmente se piensa que las políticas públicas “nada tienen que hacer con respecto a algo tan privado como la sexualidad”. Sin embargo, somos testigos de una pandemia crónica de violencia contra la mujer, contra los niños y contra la familia en su conjunto; violencia muy ligada, lamentablemente, a la sexualidad mal desarrollada. Violencia que se traduce en delito, que en consecuencia toca el interés público. En este sentido, es necesaria la ejecución de estrategias de prevención de la violencia y el maltrato, y, principalmente, de la promoción del buen trato.

Actividad espiritual. Es la actividad de reflexión y de reconocimiento del vínculo con el orden natural y cósmico. Muy pocas veces el ritmo y estilo de vida en las grandes ciudades nos permite disponer de tiempos y espacios para la contemplación; esa carencia se traduce, más temprano que tarde, en estados permanentes de insatisfacción y tedio. La espiritualidad, contrariamente a lo que se suele pensar, da cuenta de un mayor desarrollo de la conciencia y no necesariamente se traduce en religión.

Hay mucho por hacer en materia de Promoción de la Salud; si no se lo hace seguramente no va a ser la catástrofe sanitaria, simplemente vamos a seguir viviendo mal, no mejor, y mucho menos bien.