El 4 de enero se inició la versión 2015 del rally Dakar, una de las carreras más importantes del mundo. Actualmente muchos espectadores bolivianos, junto a los medios de comunicación y periodistas deportivos, nos encontramos palpitando a diario con los resultados de las diferentes etapas de esta competencia.

La participación boliviana este año es digna de destacar. Nueve compatriotas se inscribieron para competir en las categorías de motocicletas, quadratracks y automóviles. La partida de los pilotos nacionales, jóvenes y adultos, provenientes de diferentes ciudades del país, listos para emprender la carrera, fue por sí misma una noticia alentadora para quienes creemos que los bolivianos pueden competir y ganar.

El observar el desarrollo del Dakar ha sido impresionante, ver a los pilotos tratando de conquistar un desierto de dunas arenosas, luchando por no perder el control de sus vehículos en un terreno donde la arena hace patinar las llantas, y donde las variaciones topográficas amenazan permanentemente la estabilidad de los motorizados. Este escenario muestra la intensidad de esta carrera extrema, calificada por los periodistas como de muy “alto riesgo”.

La competencia aún no ha concluido y resta por conocer el nombre del primer piloto en cruzar la meta, pero al constatar la visible dificultad del terreno y escuchar los relatos de los competidores bolivianos y extranjeros, quienes deben lidiar con temperaturas que van desde los 8 grados bajo cero hasta más de 35 C, con lesiones físicas, en jornadas agotadoras en las que el tiempo para descansar a veces debe convertirse en tiempo para reparar los vehículos, sin duda provoca admiración. Y lo propio ocurre con el coraje de los participantes en general y de los bolivianos en especial, quienes aún con las limitaciones que confrontan los deportistas nacionales se animaron a desafiar a la naturaleza, como en el caso del Chavo Salvatierra, a quien solamente lesiones severas y una fractura lograron alejarlo de la carrera.

En medio de la soledad que deben confrontar los conductores, buscando rutas en un horizonte donde parece que la arena no se acaba, conduciendo en jornadas nocturnas en lugares sin caminos y donde la topografía presenta inesperadas zanjas, sobresale el desempeño de Wálter Nosiglia, quien hasta el momento ha concluido 11 etapas de recorrido, pese a tener una costilla fracturada. La determinación y el coraje están llevando a Wálter Nosiglia a la victoria, a la victoria de concluir la carrera, de continuar representando a un país expectante, de negarse a la derrota ante la adversidad extrema y ante el dolor físico. En lo personal, es un honor y una inspiración presenciar el esfuerzo de estos valientes bolivianos.