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Encontrando nuestra ‘qamasa’

Mientras en la racional y civilizada Europa el rescate de sus seres sobrenaturales ha tomado la literatura y el cine, en América Latina en general y en nuestro país en particular es un asunto marginado por ciertos sectores intelectuales que los consideran supersticiones baratas, un tema de los sectores populares alejado de los cenáculos cultos. Acabo de leer Animales fantásticos y dónde encontrarlos, escrito por un tal Newt Scamander, pero en realidad es una obra de J.K. Rowling y que ha vendido millones de ejemplares. Este libro da cuenta, alfabéticamente, tanto de la fauna fantástica creada en las novelas de Harry Potter (cuya autora es Rowling) como de los tradicionales seres de la mitología del Viejo Continente.

Según Adolfo Colombres, escritor argentino autor del libro Seres sobrenaturales de la cultura popular argentina, tan mal nos ha ido a los latinoamericanos con la reivindicación de nuestros mitos que incluso al sabio Jorge Luis Borges se le olvidó incluirlos en su genial texto El libro de los seres imaginarios. Dice Colombres: “Más que un dato curioso, El libro de los seres imaginarios viene a ser un producto paradigmático de ese falso universalismo con el que nos colonizaron. Trae allí la semblanza de los principales seres fantásticos de Europa y Asia, pero de Argentina y de toda América solo cita a la Chancha con cadenas a la que se refiere Coluccio en su célebre diccionario folclórico”. 

En nuestro país una de las más famosas recopilaciones es el Diccionario mitológico de Bolivia de Antonio Paredes Candia; y uno de los más completos, el Diccionario de la Antropología Boliviana de Henriette Szabó. En mi caso, en 2012 publiqué una primera edición de Seres sobrenaturales y mágicos de Bolivia, que incluía a 80 de ellos; entonces mucha gente me pidió que ampliara la cantidad, porque querían conocer más de los nuestros. En esta nueva edición, ampliada y corregida, gentilmente publicada por el Ministerio de Culturas y Turismo, no exagero lo que cuento sobre 107 seres sobrenaturales, mágicos o fantásticos de nuestro país de culturas tan diversas. Algunas de estas historias las han contado tanto que nos parecen familiares, y otras es probable que no las recordemos ni las sepamos. Además tenemos que tomar en cuenta que en la historia oral no existe la versión única, sino versiones de una misma historia. No existe el relato, existen los relatos. Los he escrito en pequeñas prosas poéticas para que el lector lea el libro de una sentada, y cumplo conmigo mismo al dejar constancia de la huella mágica de nuestros pueblos indígenas y de la cultura popular, así como de su influencia en el imaginario colectivo nacional para seguir sembrando el diálogo intercultural.

Que este libro sea la fogata que nos reúna para conversar sobre nuestros seres mágicos y sobrenaturales. Espero que su lectura les ayude a encontrar su propia qamasa, la sombra del ajayu en forma animal que determina las cualidades de cada persona; en resumen, la personalidad y la vocación que al estar representadas por un animal reproducen en nosotros las características inconfundibles de ese ser.