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La risa

Una de las manifestaciones humanas dependientes de la cultura es el humor. En Latinoamérica encontramos que los chistes españoles son tan poco graciosos que nos hacen reír por eso mismo. En Francia, el cómico Louis de Funès logra carcajadas de un público numeroso, pero en América Latina provoca apenas una que otra sonrisa. Cantinflas, quien sigue haciéndonos reír en América Latina así como el Chavo del 8, apenas logra alguna expresión de simpatía de parte de europeos y gringos.

Estas reflexiones vienen a propósito de los diferentes comentarios publicados con relación a Charlie Hebdo y a la libertad de expresión. Posiblemente muchos manifestaron su posición de principio sin jamás haber leído esta revista francesa. ¿Reirían, como muchos franceses, viendo una caricatura que representa a Mahoma desnudo, mostrando una nalga y preguntando al lector si le gustaba? Son, como se llama en Cochabamba, “opa-chistes” según los cánones de nuestra cultura. ¿Qué dirían si en lugar de Mahoma representaran a Jesús? Esos dibujos son desastrosamente pobres desde el punto de vista artístico, hieren los sentimientos de la gente y no traducen ningún mensaje ni idea inteligente.

Además de evitar ser defensor intransigente de bromas y dibujos de mal gusto para nuestra cultura, corresponde hacer algunas reflexiones sobre la libertad de expresión y el derecho a la vida en una óptica universal.

La libertad de expresión es un derecho consagrado universalmente en el entorno del respeto a los demás. La libertad de expresión no significa mentir, calumniar, insultar, maltratar a los demás, ultrajar sus creencias religiosas, políticas u otras, molestarlo con adjetivos o sobrenombres, incluso si eso hace reír a los demás. El bullying, que se combate mucho ahora en todas las escuelas del mundo, busca precisamente evitar que algunas personas, en este caso los niños, sean objeto de las burlas de los demás.

El tener mal gusto y el molestar a los demás no merece la muerte. La mayor parte de los países tienen leyes como la nuestra que penaliza el racismo y la discriminación. Si alguna publicación en Bolivia fuese como Charlie Hebdo, seguramente sería clausurada inmediatamente y sus periodistas puestos a disposición de la justicia. En el caso de Francia, Charlie Hebdo fue demandado ante la justicia muchas veces sin que los querellantes lograran satisfacción.

Lo más inquietante de esta historia es que muchos hablan de la libertad de expresión y no del derecho a la vida. Se tiene que censurar acremente el asesinato de los periodistas de Charlie Hebdo así como la posible muerte de 46 estudiantes en México; de los niños y niñas bombardeadas en Yemen, Paquistán, Palestina; los abusos de Boko Haram en Nigeria y los repetidos ataques de Estados Unidos y Europa a los países de Medio Oriente. Las potencias occidentales prefieren hablar del respeto a la libertad de expresión y no del respeto a la vida, pues sobre esto último tendrían mucho que explicar.