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Violencia no es diversión

Entramos a la semana de Carnaval, dentro de poco se celebrará Jueves de Comadres, el viernes se ch’allarán los espacios de trabajo y luego habrá vacación hasta el llamado Miércoles de Ceniza, sin olvidar el Domingo de Tentación, que es el aumentito, la yapita del Carnaval. Nuestra cultura aymara habla del jallu pacha, tiempo de lluvia, que es el periodo en el que se pueden cosechar frutas y muchas flores aparecen. Es tiempo de anata, de juegos, de baile para celebrar la producción y las cosechas. Nosotras también celebraremos todas las luchas sembradas y sus cosechas.

Con la invasión española a nuestros territorios estas costumbres fueron resignificadas desde la religión cristiana, que —con doble moral y maniqueísmo— establece un periodo en el cual la carne puede dar rienda suelta a sus placeres, para luego hacer la penitencia y obtener perdón divino. Realmente es una cadena cuyo objetivo es el control de la humanidad. La propuesta cristiana es: en Carnaval te descontrolas, luego empieza la Cuaresma y haces penitencia, te golpeas el pecho en Semana Santa, así todas tus culpas son disculpadas por acción divina, y así sucesivamente hasta el próximo festejo. Es un mecanismo que funciona culturalmente como paliativo, que no apunta a transformar una cultura machista y una sociedad de estructura patriarcal, más bien la refuerza.

El contenido violento hacia las mujeres en Carnaval no es casualidad, es inherente e imprescindible para afirmar el dominio patriarcal y machista sobre nuestros cuerpos; es dejar sentado que somos propiedad de ellos, los hombres; y estén sanos o borrachos, nosotras debemos servirles y servir también para que se diviertan. La mirada sobre los bailarines y las bailarinas en las diferentes entradas de Carnaval no es la misma, los cuerpos no son apreciados de la misma manera. Tampoco las coreografías ni los trajes expresan a los cuerpos de la misma manera. Los hermanos y compañeros exhiben destreza y fortaleza; las hermanas mujeres, gracia y coquetería; muy a groso modo hablando, afirman la dominación sobre ellas.

El Viceministerio de Igualdad de Oportunidades, dependiente del Ministerio de Justicia, ha lanzado una campaña junto a las organizaciones sociales para prevenir la violencia hacia las mujeres, los feminicidios, los embarazos no deseados, la transmisión sexual de enfermedades. Entendemos esta campaña como parte de un camino para erradicar la violencia de género en Bolivia. Es parte de una política pública sostenida que tiene connotaciones especiales en ciertas fechas que, según las estadísticas, son fatales para muchas mujeres. No se trata, según nosotras feministas comunitarias, de una campaña para justificarse y listo se acabó, a la moda de las ONG, que sacan foto, hacen su informe y luego pasan a otra cosa financiable y de moda. Sino más bien, como el compromiso del Gobierno con la erradicación de la violencia hacia las mujeres.