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Extinción folklórica de animales

Días atrás, en este mismo espacio cuestionábamos el empleo de quirquinchos para la confección de las matracas que cada uno de los integrantes de la Morenada Central de Oruro utilizó durante la última entrada de Carnaval (cerca de 850 bailarines), una aciaga costumbre, penada por ley, que está contribuyendo a la extinción de esta especie animal (se estima que solamente quedan 1.300 armadillos en el país). Además de esta comparsa, el Ministerio de Medio Ambiente dio a conocer el domingo anterior que al menos otras siete fraternidades también utilizaron para la confección de sus trajes restos de animales, la mayoría en peligro de extinción, desde plumas de cóndores y suris, pasando por pieles de zorros andinos, venados, tigrecillos y jaguares; hasta caparazones de quirquinchos, alas de flamenco, búhos y águilas disecadas.

Si queremos que las futuras generaciones puedan gozar de la belleza de la fauna boliviana y al mismo tiempo evitar desequilibrios naturales (cada especie no solamente es única, sino que además cumple un rol específico en la naturaleza), es de esperar que las autoridades sancionen de manera ejemplar a los miembros y representantes de las comparsas que insisten, año tras año, en promover la caza furtiva de animales silvestres, poniendo en riesgo el patrimonio natural del país.