El 20 de febrero se celebra el Día Mundial de la Justicia Social, fecha instaurada por la ONU en 2007 con el objetivo de “resaltar la importancia de la justicia social como imperativo ético que debe guiar nuestras sociedades”. En esta norma moral están integrados los recursos materiales, la igualdad de oportunidades, la equidad entre los individuos de una sociedad… en suma, los derechos humanos en general.

Sin justicia social una sociedad no puede existir; tarde o temprano se va a desmoronar, convirtiéndose en una selva donde reina la violencia y el derecho del más fuerte. En la jungla los animales feroces destrozan a los más vulnerables. Así que para no llegar a ser sociedades salvajes, se necesita la justicia social.

Un aspecto de la injusticia social es la falta de oportunidades laborales, especialmente para los jóvenes o padres de familia que no pueden llevar el pan de cada día a sus hogares. En teoría se dice que el trabajo es el principio fundamental de todas las oportunidades económicas, pero ¿es lo mismo en la práctica? Para las Naciones Unidas, la justicia social representa la esencia de su misión. En 2011, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó la Declaración sobre la Justicia Social para una Globalización Correcta. ¿Se aplica este principio? Y si se aplica ¿será que es para todas las naciones sin discriminación?

¿Por qué en el mundo existe tanta desigualdad? Principalmente por la codicia de otros. La geopolítica aún es asimétrica, se domina por la estrategia de los recursos naturales del mundo. Las economías desarrolladas dependieron y dependen de los recursos energéticos en cualquier lugar del planeta, por esta razón las grandes potencias están preocupadas y muchas se consideran dueñas del mundo.

Otro aspecto negativo de la desigualdad es la corrupción interna. Esto produce una desigualdad flagrante entre la gran masa de ciudadanos sin acceso a los mecanismos de toma de decisiones y una pequeña élite privilegiada que mantiene las palancas de decisiones y su uso para los intereses personales y no para el bien público.

A lo largo de la historia tanto partidos de derecha como de izquierda se han visto envueltos en escándalos de corrupción. Los de derecha consideran que el único responsable por la corrupción es el Estado; por tanto, se le debe reducir la esfera de acción, hay que amputar sus prerrogativas lo más posible, privatizar las compañías estatales, los recursos naturales etc., pues todas ellas son fuentes de corrupción. Los de izquierda tienen como principio fundamental la lucha contra la pobreza, entonces, ¿por qué esta inconsistencia lógica de ser de izquierda y fomentar y cometer actos de corrupción?

No podemos tener funcionarios públicos corruptos. Retener el bien público en beneficio privado es condenable desde cualquier punto de vista democrático.

No podemos tener magistrados corruptos que reparten justicia de acuerdo con los intereses de los poderosos de turno. Una justicia limpia puede sanar una sociedad; y en una sociedad sana y progresista, los ciudadanos no pueden ser codiciosos entre ellos. Parafraseando a los sabios griegos, la justicia social es como una telaraña donde caen algunas mosquitas, pero no las avispas, éstas rompen la telaraña con facilidad y se escapan. La corrupción es como un cáncer social, y si queremos tener justicia social, el Estado y los ciudadanos deben trabajar y tomar decisiones en equidad de oportunidades.