En los años 90, una de las principales interrogantes para cualquier investigación acerca de la estructura social de clase en Bolivia era ¿en qué se había transformado el proletariado minero, sindicalizado, con fuerte peso político y capacidad organizativa, tras su gran derrota en Calamarca? Sin duda estábamos transitando hacia una nueva época (reformas estructurales, privatización/capitalización, achicamiento del Estado, bienvenida a la inversión extranjera, etc.); pero además, para algunos también nos encontrábamos frente a un proceso de “desproletarización” o “muerte” del proletariado, con su contrapartida en una mayor presencia del sector servicios y de la economía informal en el país.

Las investigaciones colectivas dirigidas y coordinadas entre 1999 y 2001 por Álvaro García Linera (actual Vicepresidente), plasmadas en los textos: Reproletarización, nueva clase obrera y desarrollo del capital industrial en Bolivia (1952-1998) y La condición obrera, estructuras materiales y simbólicas del proletariado de la minería mediana (1950-1999), demostraron que no solo estábamos frente a la emergencia de una nueva clase obrera (precaria, fragmentada, joven, desindicalizada), sino que el sector obrero también se había incrementado en número (de ahí lo de “reproletarización”). Pero quizás una de las mayores riquezas de las investigaciones residía en su enfoque metodológico, pues para estudiar la condición obrera, si bien se partía de su configuración material (estrechamente vinculada a la categoría marxista de proceso de trabajo inmediato), es decir, cómo confluyen, engranan y se “consumen” los componentes objetivos del proceso de trabajo, además se incorporaban los elementos culturales, simbólicos y políticos de la condición de clase; o sea, su configuración simbólica, que lejos de estar “determinada mecánicamente” por la condición material, mostraba también su capacidad de provocar cambios en ella.

Además de presentarnos una periodización de la transformación de la condición proletaria minera en tres grandes ciclos —el obrero artesano de empresa (1850 a 1900), el obrero de oficio de gran empresa (1910 a 1980), y el obrero de la minería mediana (1980 en adelante)—, en las investigaciones también se estudia la estructura de la clase urbana y fabril, principalmente en las ciudades de El Alto y La Paz, concluyendo, entre varias cosas, que en el país se estarían dando complejos procesos de vinculación entre el capital industrial y las estructuras artesanales y campesinas, que por ejemplo explicarían esa “reconfiguración abigarrada del trabajo por el capital” en Bolivia.

Gracias a una iniciativa de la editorial Plural, ambos textos se volverán a publicar como parte del compendio La condición obrera en Bolivia. Siglo XX, documento en el que además se incluirá un acápite del libro Sociología de los movimientos sociales en Bolivia (2004), referido a la COB, en donde se rescata el origen, la estructura de clase, la fuerza y el posterior declive de esta organización tan significativa en la estructura organizativa boliviana. La presentación de este libro está prevista para hoy, miércoles, a las 18.30 en el auditorio del Banco Central de Bolivia (BCB).