Debates
En el caso de los candidatos municipales paceños, ninguno logró sobresalir en los debates
En las últimas semanas, a instancias de los propios candidatos y de los medios de comunicación, se ha posicionado la idea de que el debate entre competidores a la silla del alcalde es consustancial a la democracia, pues es el espacio donde discuten y comentan mutuamente las propuestas que se hacen al electorado. Sin embargo, los resultados no siempre son alentadores.
En efecto, si bien en ciudades como Santa Cruz, donde el Tribunal Electoral Departamental organizó sendos debates de candidatos y candidatas a la gobernación y a la alcaldía, el resultado mereció encomio ciudadano y produjo abundante material periodístico para los medios, en La Paz los casi casuales encuentros cara a cara de los principales contendores por el puesto de alcalde no han tenido el mismo éxito. En días previos, Guillermo Mendoza, del MAS, y Luis Revilla, de Sol.bo, han coincidido en un foro organizado por la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y en el estudio de una red de televisión; en ambos casos, las noticias han dado cuenta más del encono entre ambos, y de la belicosidad de sus respectivas barras, que de la sustancia del debate, que, por estar basado en recriminaciones mutuas, ha sido más bien escaso.
Si en el caso cruceño los intercambios entre los candidatos no han estado exentos de dardos envenenados, ha sido posible para quienes siguieron esos eventos enterarse en una sola sesión cuáles son las ofertas de casi todos (el exalcalde y candidato a la reelección, Percy Fernández, fue el único que no asistió) y compararlas. En los dos encuentros paceños que aquí se comentan la idea parecía ser quién desacredita de modo más ingenioso las ideas del otro. Además, en el foro de la UMSA, la candidata del MNR apenas si tuvo un papel de convidada de piedra.
Hace ya mucho tiempo la sociología política acuñó la expresión seudo-evento para dar cuenta de aquellos eventos que no ocurren de modo espontáneo, sino que son planificados para captar la atención pública, particularmente de las y los periodistas, a fin de transmitir un determinado mensaje. Los debates entre candidatos pertenecen a esta categoría. Desde un punto de vista crítico, se puede sostener que los debates no son sino el espacio en el que se pone a prueba la capacidad retórica de los personajes y su imagen; el mejor orador, el más carismático, tiene las de ganar, sin que ello signifique que su propuesta sea mejor o su habilidad para la gestión pública superior.
En el caso de los candidatos municipales paceños, ninguno logró sobresalir en los debates y, para peor, las barras de adherentes de uno y otro han concitado igual o mayor atención periodística. Cabe, pues, preguntarse en este contexto si el debate cumple realmente con su función democrática o es apenas un espectáculo que provoca abundantes comentarios, pero no ayuda al electorado a tomar decisiones informadas.