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El legado de Espinal

El 21 de marzo de 1980, el cuerpo de Luis Espinal Camps fue hallado sin vida, luego de haber sido asesinado y torturado por fuerzas paramilitares leales a Luis García Meza; 35 años después de su muerte, este sacerdote jesuita de origen español pero boliviano de corazón continúa suscitando admiración y reconocimiento entre propios y extraños. Por ejemplo, en su última columna (LR 15-03-15), Xavier Albo, también sacerdote jesuita, recuerda el legado de su compañero de lucha como director y productor del programa Cuestión urgente de TVE en la España franquista de 1967, cuyo propósito era el de revelar, cada semana, “una herida, no para enconarla, sino para buscarle un remedio o avivar una esperanza”.

Como era de esperarse, muy pronto la integridad de este sacerdote incomodó al poder de turno. Pocos años después, en 1970, Espinal trasladó su solidaridad y amor en favor de los pobres y marginados hasta Bolivia, su nueva patria. De nueva cuenta, su incansable lucha contra las injusticias perturbó a los poderosos, quienes recurrieron a la violencia para silenciar una voz que se erigía como una amenaza para sus ambiciones. Pese al tiempo transcurrido, las palabras y sobre todo las acciones de este admirable varón de Dios son el mejor testimonio de una entereza moral que bien vale la pena emular.