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Caras y caretas

De acuerdo con un artículo publicado por la destacada revista académica Science, avalado por una investigación del profesor Alexander Todorov de la prestigiosa Universidad de Princeton, aproximadamente el 70% de las decisiones sobre por quién votar en un proceso electoral están determinadas por los rostros de los candidatos o, para ser más precisos, por los sentimientos que estos rostros transmiten. Es decir que sus planes, programas e incluso su filiación ideológica podrían ocupar un lugar secundario.

La prueba empírica de este estudio, cuyos resultados son realmente sugestivos, se la realizó consultando las preferencias a un grupo de votantes que solamente veía las fotos de los candidatos y no tenía ningún otro conocimiento sobre ellos, es decir que no conocían sus programas, ni ofertas electorales, ni su pasado político. El resultado fue que, con base en ello, se pudo predecir acertadamente un 70% de los ganadores.   

Las decisiones sobre el voto, según el profesor Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva de Argentina, no son resultado de un análisis racional, sino de una apreciación rápida e inconsciente, en tanto que nuestro cerebro es capaz de establecer en un abrir y cerrar de ojos (170 milisegundos) si un rostro nos es afín o no lo es, asignándole una valoración positiva o negativa mucho antes de que seamos conscientes de ello, asimismo esta simple percepción inconscientemente nos estaría informando sobre si debemos confiar o desconfiar de la competencia del candidato.

Para quienes estamos alejados de la psicología y de las neurociencias, que son las ciencias que explican estos fenómenos, intuitivamente hemos asimilado ciertas reacciones y comportamientos a nuestra idea de lo que entendemos por el carisma de los candidatos, por lo que conviene precisar esta noción apoyándonos en lo que decía Max Weber al respecto: “El carisma es una cierta cualidad de una persona individual, por virtud de la cual se le pone aparte de los individuos corrientes y se la trata como a quien está investido de poderes o cualidades sobrenaturales, sobrehumanas o, por lo menos, excepcionales”. Cabe destacar que el destacado representante del positivismo contemporáneo considera que es completamente indiferente cómo se juzgue en definitiva la cualidad en cuestión, es decir, sea desde un punto de vista ético, estético o mágico, lo único que importa es cómo consideran realmente a este individuo quienes se encuentran sometidos a esta autoridad carismática, léase seguidores, acólitos o incondicionales.