Meter la pata definitivamente no es un arte, pero a veces es posible hacerlo con estilo. Caer y levantarse, después de decirle tres improperios al piso. Limpiarse el polvo de las rodillas y caminar con más estilo. ¿Quién dijo ridículo?, ¡bah!

También hay metidas de pata de las que nos enseñan a ver el vaso medio lleno y no vacío como está. Joan Manuel Serrat, por ejemplo, nos recuerda que “pisar mierda trae buena suerte”. Cuando, para el común de los mortales, este acto no deja de ser una cagada. En fin.

Existen otras metidas de pata que son hasta anacrónicas. Como aquella común del novio que le dice el nombre de la ex a la actual pareja. Eso sí desencadena la furia de las diosas femeninas… y con justa razón. Aquella es una metida de pata graciosa en el tiempo, pero dolorosa en el presente.
Sin embargo, lo que le pasó al exministro de Defensa Jorge Ledezma  fue uno de los colmos de las metidas de pata. Ojo que esto no tiene que ver con la calidad de gente que debe ser el señor. Es más, entre los periodistas escuché a gente que lo defendió por el don de persona que es. No sé y no me consta, pero lo que se ve, se anota, como en el cacho. Y esa metida de pata fue coleccionable.

Recapitulemos. El norte de Chile está en apuros, llueve como jamás en la historia. Uno, dos, tres, diez, veinte… los muertos suman igual que las necesidades. El mundo pone sus ojos allí y Bolivia también.

En principio, el Gobierno boliviano se siente como novia despreciada porque Chile no habría aceptado su ofrecimiento de agua (una necesidad tremenda en los lugares afectados). La diplomacia chilena respondió que se evaluaba la colaboración internacional y al día siguiente anunció que recibiría la dotación de Bolivia.

La metida de pata del exministro fue irse a Chile con un chaleco estampado con el lema “El mar es de Bolivia”. Fue noticia y no por las tres toneladas de agua que trasladó allá, sino  por el mensaje reivindicatorio marítimo durante una grave crisis humanitaria. Resumiendo en cuatro palabras: metida de pata internacional.

El Gobierno boliviano respondió a la altura. Sacó del cargo al señor Ledezma y puso ahí a Reymi Ferreira, un hombre de confianza, pero sobre todo una buena persona.

Las metidas de pata son parte de nosotros. No en vano el gran Víctor Hugo Viscarra escribió que se enamoró como un animal de dos patas.
Y la persona que ahora escribe también es un coleccionista de metidas de pata. Lo bueno, en todos los casos, es sacar provecho (algunos le dicen aprender de las experiencias) y mejorar para que en otra no vuelva a pasar algo similar.