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La visita del Papa y la Justicia

El primer papa latinoamericano estará en nuestro país en julio. Dentro de escasos 90 días las bolivianas y los bolivianos veremos y escucharemos a Francisco, exobispo de Buenos Aires, jesuita en buena parte de su vida religiosa y una personalidad reconocida en todo el globo por su empatía con los feligreses, su carisma personal y su palabra, que han removido los cimientos de una Iglesia que ya parecía ansiosa por renovarse.

La presencia del papa Francisco en Ecuador, Bolivia y Paraguay (las tres naciones que ha escogido para esta gira) de por sí lanza un mensaje de solidaridad del Vaticano con tres países considerados débiles económicamente en la región y que en la última década han comenzado a mostrar mejores índices de desarrollo. El Papa llegará a una Bolivia en pleno proceso de acelerado cambio social. Desde 2005 nuestro país ha asumido una agenda de inclusión social, caracterizada por políticas estatales tendientes a reducir los niveles de pobreza y acabar con el racismo y la discriminación que caracterizaron a la etapa de la Bolivia republicana.

¿Qué temas priorizará Francisco en su visita pastoral? La Iglesia Católica Latinoamericana, a partir de las Conferencias Episcopales (Celam) realizadas en Medellín (1968) y Puebla (1979) se ha orientado a la opción preferencial por los pobres en su labor pastoral. Francisco comparte esa visión, de hecho fue la Compañía de Jesús la orden religiosa que con mayor ahínco ha difundido y practicado en su obra dicha opción preferencial.

El Santo Padre visitará La Paz y Santa Cruz, según la información que se ha difundido hasta el momento. La Paz es el centro político-administrativo del país y el Papa es también un jefe de Estado que, unido a su condición de líder religioso, lo convierte en un líder mundial influyente. Su encuentro con el presidente Evo Morales (el primer presidente indígena de Bolivia y que goza de gran legitimidad) será sin duda un acontecimiento de gran importancia y de enorme difusión mediática. 

Santa Cruz de la Sierra, capital del departamento oriental que lidera el crecimiento económico de nuestro país, será el epicentro de un encuentro multitudinario del Papa con los feligreses. Su mensaje pastoral más importante será emitido en tierra cruceña (donde los jesuitas fundaron las reducciones en el siglo XVII). Francisco se referirá seguramente a la preocupación general que existe en Bolivia respecto al sistema de administración de justicia. La Conferencia Episcopal Boliviana, reunida el pasado miércoles en Cochabamba para preparar la visita del Papa, emitió una declaración con sentido de denuncia al afirmar que la Justicia boliviana “no es equitativa” y se encuentra contaminada por la corrupción. La CEB llamó “a todos los responsables de la actual situación a no retrasar más esta demanda y escuchar el clamor de nuestro pueblo”.        

Efectivamente, lo que señalan los obispos lo siente el ciudadano diariamente. La crisis de la Justicia boliviana parece ser terminal, lo cual debe convocarnos a trabajar por cambiarla de raíz, tarea difícil pero no imposible. Los vicios de la justicia colonial caracterizada por la retardación (los juicios duraban décadas), la discriminación y la genuflexión hacia los privilegiados aún no los hemos desterrado, pese a que desde los años 90 distintos gobiernos han ensayado procesos de “reforma” a la Justicia, gastando ingentes recursos públicos, sin que se haya logrado dicho propósito, y más al contrario se han agudizado los problemas en la impartición de justicia.

La visita papal bien podría ser la oportunidad para que todos los bolivianos nos comprometamos a dotarnos de un sistema de justicia fundado en valores cristianos, pues Bolivia es un país de honda raíz cristiana en el que la paz y la Justicia son pilares fundamentales del quehacer humano.