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¿Es peligrosa la deuda pública?

La deuda pública per se no es un problema si ésta se destina para financiar el desarrollo de un país

/ 24 de abril de 2015 / 07:14

Últimamente han salido a la opinión pública algunos artículos tendenciosos que hacen creer que la deuda externa en Bolivia es un “problema serio para la economía”; que de continuar recurriendo a préstamos externos, “comprometerían” al país; y que deberíamos preocuparnos. Estas apreciaciones, además de estar distantes de la realidad económica, parecen recordar viejas añoranzas de un pasado neoliberal que esperemos nunca más se repita, donde Bolivia era catalogada como una nación pobre; se ubicaba entre los países más endeudados de la región, con niveles insostenibles de endeudamiento; y donde los recursos externos que se obtenían eran condicionados a la implementación de políticas sin efectos positivos para la economía nacional.

Una primera gran diferencia con el pasado es que hoy en día el endeudamiento público ha dejado de ser un “dolor de cabeza”. En los últimos nueve  años, gracias a una administración prudente y responsable del endeudamiento, no solo se ha logrado reducir el peso de la deuda externa en la economía, sino también mejorar la capacidad de endeudamiento; aspectos que han sido reconocidos positivamente por los organismos internacionales, las calificadoras de riesgos y analistas especializados externos.

En efecto, el peso de la deuda externa respecto del PIB se redujo notablemente del 51% en 2005 a solamente 16,6% a diciembre de 2014, logrando ubicar a Bolivia entre los países con menor endeudamiento en la región, y muy por debajo de los umbrales establecidos internacionalmente para dicho indicador. Así también, la economía boliviana goza de un amplio margen de endeudamiento, es decir que cuando se requiera contraer deuda para financiar proyectos de inversión, se tiene la capacidad suficiente para adquirirla sin poner en riesgo su sostenibilidad en el largo plazo.

Otra gran diferencia es el destino de la deuda externa, que en el pasado se asignaba para el pago de salarios y la financiación de permanentes déficits fiscales. Actualmente, los recursos externos se destinan íntegramente a financiar proyectos de inversión pública (carreteras, puentes, agua potable, electricidad, apoyo a la producción en sectores económicos, entre algunos); permitiendo mejorar la capacidad productiva, generación de empleo y valor agregado, contribuyendo de esta manera al crecimiento económico, reducción de la pobreza y a mejorar la calidad de vida de las bolivianas y bolivianos.

Además, en 2011, de acuerdo con el Banco Mundial, Bolivia ha dejado de pertenecer al grupo de países de ingresos bajos, para graduarse y estar entre los países de ingresos medios, resultado de los grandes avances en materia económica, social y de reducción de la pobreza. Ahora bien, para que un país continúe su senda de crecimiento sostenido, es necesario que siga invirtiendo en proyectos que dinamicen su economía, y los recursos externos son una fuente más de financiamiento para el desarrollo.  

La deuda pública per se no es un problema si ésta se destina para financiar el desarrollo de un país y su peso en la economía no genera riesgos en las finanzas públicas. La economía boliviana goza de buena salud y tiene las espaldas suficientes para asumir deuda, si así lo requiere, sin poner en riesgo su sostenibilidad.

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Cuentos chinos sobre la deuda externa

Bolivia goza de un amplio margen de endeudamiento para el financiamiento de proyectos de inversión

/ 5 de marzo de 2018 / 06:01

En los últimos días, han salido a la palestra algunos estudios y publicaciones sobre la situación de la deuda pública externa del país, en los que se afirma que Bolivia tiene un elevado nivel de endeudamiento con China, así como un mayor riesgo de insostenibilidad de la deuda. Estas noticias, además de carecer de sustento técnico y de información, lo único que buscan es alarmar a la población, aspecto que se demostrará en los siguientes párrafos.

El indicador principal para medir la sostenibilidad de la deuda de un país es el peso que ésta tiene respecto al Producto Interno Bruto (PIB). De acuerdo con información del Banco Central (BCB), la deuda externa boliviana se redujo del 51,6% respecto al PIB en 2005 a tan solo el 24,9% a diciembre de 2017, logrando ubicar a Bolivia entre los países con menor endeudamiento en la región, y muy por debajo de los umbrales establecidos internacionalmente para dicho indicador, como el criterio de la CAN, que exige no superar el 50%; o el de Maastricht (60%).

Hoy Bolivia, gracias a una administración responsable y prudente del endeudamiento, no solo ha logrado reducir el peso de la deuda externa en la economía, sino también ha generado un amplio margen para el endeudamiento. Es decir que cuando se requiera contraer deuda para financiar proyectos de inversión, se tiene la capacidad suficiente para adquirirla sin poner en riesgo su sostenibilidad de largo plazo; aspectos que han sido destacados y reconocidos por organismos internacionales, calificadoras de riesgos y analistas especializados externos.

Esta mayor capacidad de endeudamiento y los excelentes resultados económicos, como el crecimiento sostenido del PIB (el mayor de la región en 2009, 2014, 2015, 2016 y 2017), ha permitido que el país sea atractivo para los inversionistas, y que naciones como China y  organismos financieros como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) o la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) vuelquen la mirada a nuestra economía, sin ningún condicionamiento, como ocurría en el pasado, y con la seguridad de que Bolivia tiene la capacidad de generar los ingresos suficientes para honrar los préstamos adquiridos.

Sobre los cuentos que señalan que los “créditos chinos agravan el endeudamiento  del país” y alertan sobre “el peligro de la deuda excesiva”, éstos no tienen asidero y se alejan del análisis de la realidad, pues, según información del BCB, la deuda con China a finales de 2017 llegó a $us 712 millones, lo que representa solamente el 8% de la cartera de deuda externa total; y por lo señalado anteriormente, Bolivia tiene un amplio margen para el endeudamiento, sin poner en riesgo su sostenibilidad.

Por último, lo que omiten estos estudios es el destino actual de la deuda externa, que en el pasado se dirigía al pago de salarios y gasto corriente, pero ahora se destinan íntegramente a financiar proyectos de inversión pública como carreteras (vgr. las carreteras Rurrenabaque-Riberalta, Espino-Charagua-Boyuibe y la doble vía el Sillar), de telecomunicaciones (vgr. el sistema satelital Túpac Katari o el Sistema de Comando y Control de Seguridad Ciudadana), puentes, agua potable, riego, electricidad, apoyo a la producción en sectores económicos, entre otros.

Estos proyectos y otros en ejecución van a ampliar la capacidad productiva del país, a tiempo de generar empleos dignos; contribuyendo así al crecimiento de la economía, la reducción de la pobreza y a la mejora de la calidad de vida de las y los bolivianos. Bolivia goza de un amplio margen de endeudamiento para el financiamiento de proyectos de inversión, y tiene una deuda sostenible. Es decir, ¡nada de cuentos chinos!

* es economista, director general de la Dirección de Crédito Público del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas

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