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Theotonio Dos Santos visita Bolivia

En la corriente dependentista existen dos tendencias, una más marxista y otra más weberiana

/ 29 de abril de 2015 / 05:08

Theotonio Dos Santos, reconocido economista brasileño, es uno de los precursores de la teoría de la dependencia, desarrollada en los años setenta a partir de una profunda crítica al modelo desarrollista cepalino (ISI) y a la teoría de la modernización, que en esencia veían como viable la posibilidad de que las economías periféricas alcanzaran, una vez vencidos ciertos “obstáculos”, similares niveles de desarrollo de los países centrales. Pero para Dos Santos, si bien los países de la periferia eran “parte integrante indispensable de la reproducción de la economía mundial”, a diferencia de los países centrales no contaban con fuerzas productivas propias para su dinamización, moviéndose, por tanto, en función y gracias al impulso de ellos (al respecto, ver el artículo de E. Martins en Los retos de la globalización. Ensayo en homenaje a Theotonio Dos Santos). En otros términos, el nivel de desarrollo de los países dependientes era bastante funcional al movimiento del capital mundial, liderado por los países del centro. Sin embargo, es necesario hacer notar que en la corriente dependentista existen dos tendencias distintas, una más marxista (en la que se encuentra Dos Santos) y otra más weberiana (en la que resalta Henrique Cardoso).

Quizá uno de los elementos más interesantes del planteamiento de Dos Santos (ver su libro Marxismo y ciencias sociales. Una revisión crítica) es la incorporación en el análisis histórico de la economía mundial de las ondas largas Kondrátiev (OK), cuyo funcionamiento él lo explica con base en la emergencia de nuevos paradigmas tecnológicos (razonamiento claramente schumpeteriano).

Según el pensador brasileño, en las fases de ascenso de las OK tendría lugar la difusión y generalización del patrón tecnológico (incrementos en productividad, cambios en la composición orgánica del capital, en las estructuras institucionales, etc.), produciendo el escenario propicio para el surgimiento de nuevas combinaciones socioeconómicas virtuosas hasta generar, debido a la creciente competitividad, tendencias deflacionarias y decrecientes de la tasa de ganancia, lo que provocaría que el capital sobrante se dirija a la compra de títulos de deuda pública (abultamiento del sector financiero). Aquí ya nos ubicaríamos en las fases de descenso de las OK, en donde se desarrollaría el proceso de “destrucción creativa”, tendencias deflacionarias, devaluación de activos y caída en la tasa de interés, entre otros.

Para el economista brasileño, un nuevo patrón tecnológico fundado en “la automatización masiva de la producción, (y) la incorporación masiva de la robotización”, surgido en Japón en los años 80, se habría generalizado a todo el sistema-mundo a inicios de los 90. ¿Cuáles serían las implicancias de este fenómeno en los países de la región?; y en general, ¿cuáles son los planteamientos de la teoría de la dependencia marxista en la actualidad? Son algunas inquietudes que seguramente el profesor abordará en su participación (como invitado principal), en el seminario internacional “Bolivia, profundizando el nuevo modelo económico”, organizado por la Vicepresidencia del Estado, a realizarse el jueves 30 de abril, a horas 19.00, en instalaciones de la misma institución, y que también contará con la presencia del ministro de Economía, Luis Arce Catacora.

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Marx y la comunidad ancestral

El marxismo no es un recetario de postulados, sino ante todo una herramienta para entender la realidad

/ 22 de mayo de 2015 / 06:40

Si nos pidieran mencionar una de las obras más conocidas de Marx, sin lugar a dudas El capital se nos vendría inmediatamente a la mente. Publicado (el primer tomo) en 1867, su objetivo era, en palabras de su mismo autor, investigar “el modo de producción capitalista y sus correspondientes relaciones de producción y circulación”. Y como Inglaterra era el lugar en el que este sistema se había desplegado de manera “clásica”, esa nación se convertirá en el ejemplo principal del estudio teórico marxista.

Está claro. Marx estudió el capitalismo (el capital) en la sociedad capitalista más desarrollada de su época. Pero, ¿qué pensaba sobre las formas de organización precapitalistas, y más específicamente, acerca del sujeto campesino e indígena, de la producción comunal y, en general, de la comunidad? Quizá un estudioso marxista poco riguroso respondería inmediatamente: “No mucho” o “casi nada”. Y si nos quedáramos con esa respuesta, cómo podríamos explicar la existencia de los siguientes textos del pensador alemán: El Cuaderno Kovalevsky, Escritos sobre Rusia II, El porvenir de la comuna rural rusa, Los apuntes etnológicos y Formaciones económicas precapitalistas.

En uno de ellos, cuando Marx se refiere a la comuna rural rusa, afirma que, “conservando la propiedad común de la tierra y eliminando de ella el principio de propiedad privada”, ésta podría “convertirse en punto de partida directo del sistema económico al que tiende la sociedad moderna”. Luego añade que (hablando en teoría) la comuna rural rusa podía “cambiar de existencia sin empezar por suicidarse”, podía “apoderarse de los frutos con que la producción capitalista ha enriquecido a la humanidad sin pasar por el régimen capitalista”.

¿Acaso estaba viendo la posibilidad de ella como una especie de fuerza potenciadora de un modo de producción superior? ¿El comunismo? Probablemente ningún marxista boliviano entre los años 50 y 80 del siglo pasado se habría animado a afirmar semejante cosa.

Hace pocos días, la Vicepresidencia del Estado llevó a cabo la presentación de un compilado (que incorpora los textos que hemos mencionado) titulado Karl Marx. Escritos sobre la comunidad ancestral.

En el acto de presentación, el Vicepresidente sostuvo que en esta publicación Marx introduce las categorías de forma primaria y secundaria de comunidad, analiza diversas comunidades del ámbito mundial y deja de lado las miradas lineales y “etapistas” del desarrollo histórico de la humanidad, acercándose más a una “mirada multilineal” de ella.  Marx ve a “la comunidad no solo como herencia del pasado sino como persistencia, como el futuro”, afirmó.

Indudablemente vale la pena releer y reflexionar sobre este compendio para que también podamos enriquecer más nuestros propios debates, por ejemplo acerca del Vivir Bien, del socialismo comunitario como horizonte, etcétera. El marxismo de ninguna manera es un recetario de postulados acabados, sino ante todo —y esto no los recuerda muy bien Sartre— una herramienta para entender la realidad, una “práctica”, un “arma social y política”, un “movimiento social”.

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