Días atrás decidí organizar una cena para mi novio como sorpresa por nuestro aniversario, preparando su plato favorito: chicharrón de pollo. Si bien para ello tuve que pasar por toda una odisea, al final valió la pena el esfuerzo. Como me faltaban algunos ingredientes para cocinar ese rico plato, fui al mercado a comprar pollo y, claro, tomate, para la llajuita. Entonces me llevé una gran sorpresa al enterarme de que el kilo del pollo se encontraba entre los Bs 15 y Bs 16, y que la libra del tomate costaba entre Bs 3,50 y Bs 4; por lo que les pedí a mis caseritas una “rebajita”. No obstante, mi solicitud fue denegada; además, me quedó la duda de si el peso era el justo o no.

Al igual que el mencionado caso, todos los días se presentan miles de situaciones similares con diferentes productos de la canasta familiar, en los que los ofertantes (vendedores) discrecionalmente hacen variar los precios, por lo que me di a la tarea de investigar qué se estaba haciendo al respecto. Observando y escuchando algunos comerciales, me enteré de que el Gobierno, a través del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, desde la gestión 2014 lleva adelante las “Ferias del precio y peso justo” con el propósito de contribuir a la lucha contra el agio y la especulación, en el marco de la seguridad y soberanía alimentaria. En 2014 y en 2015 se realizaron aproximadamente 63 ferias en diferentes zonas de las principales ciudades del eje central: La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.

Se trata sin duda de una buena oportunidad para que los pequeños agricultores puedan vender sus productos directamente a los consumidores y a las caseritas, porque son circuitos cortos de comercialización, a un precio justo y con un peso exacto. En este ámbito, los pequeños productores también pueden establecer alianzas estratégicas con los gobiernos departamentales y municipales, empresas públicas y privadas, medios de comunicación y juntas vecinales, entre otros.

En este tipo de ferias evidentemente existe una gran disminución de los precios de los productos de la canasta familiar con relación a los mercados normales; por ejemplo, el precio del kilo del pollo es de Bs 13,50, y el de la libra del tomate, Bs 2,50. Lo que contribuye al gasto (ahorro) de las familias bolivianas.

Este tipo de actividades, además combatir el agio y la especulación, incentivan a los pobladores a controlar los precios en los mercados centrales y barriales a escala nacional. De acuerdo con el presupuesto del citado ministerio, el Tesoro General de la Nación asignó para esta actividad Bs 10,7 millones, conforme al Plan Económico Productivo aprobado para ese sector.

Los recursos asignados para estas ferias cubren diferentes gastos que contribuyen a su funcionamiento, como la instalación de servicios básicos, mantenimiento, saneamiento y mejora de las carpas, así como la adquisición de tres camiones, tres camionetas y dos frigoríficos para el transporte y la conservación de los productos. Con todo esto, para mi siguiente aniversario recurriré a una de estas ferias, considerando que serán permanentes, para que el costo de mi cena no sea tan elevado y así no tener suplicar: “rebájame caserita”.