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Desafíos de la política económica

Los indicadores disponibles corroboran que el hiperciclo de los productos básicos empezó en 2003, tuvo una caída importante en 2009, seguida de un rebote dinámico que llegó hasta mediados de 2011. A partir de ese año las cotizaciones internacionales de los minerales, los alimentos y la energía registran una tendencia general descendente, con algunas variaciones y desfases temporales de ciertos productos. El precio del petróleo alcanzó su nivel máximo en 2008, el resto de los productos primarios llegó a su precio más alto en 2011.

Los organismos internacionales, por su parte, han rebajado las previsiones sobre el crecimiento de las diferentes regiones del mundo. Las causas de dicha desaceleración son diversas, pero destaca la reducción del crecimiento en China y en la eurozona. En América Latina se espera para este año un crecimiento del 2% en el caso de México y cercano a cero en el promedio para América del Sur.

Las predicciones más confiables de la economía internacional coinciden en un escenario de bajo crecimiento en el horizonte de mediano plazo, que es lo contrario de lo ocurrido en el ciclo expansivo anterior. Las fuerzas motrices de la bonanza 2003-2011 han perdido vigor, y no se vislumbra ninguna alternativa que pueda reemplazarlas en un futuro próximo.

Las autoridades económicas tendrían que sacar las consecuencias de las perspectivas internacionales mencionadas. Si no se quiere aceptar que la economía internacional se encuentra en una situación de estancamiento de largo plazo, se podrían construir algunos escenarios prospectivos con juegos diferentes de supuestos y parámetros, a fin de contar con criterios fundados para el diseño de políticas económicas a mediano plazo, según se haga presente uno u otro escenario.

En tal contexto, uno de los objetivos prioritarios debería consistir en la sustitución de los motores que impulsaron el crecimiento en el pasado reciente, tomando en consideración que la política económica ha estado caracterizada por un fuerte componente redistributivo de excedentes fiscales, que es precisamente el supuesto que viene perdiendo vigencia. Aun en el caso de que en este año el desempeño económico sea impulsado por la inercia pasada, es necesario identificar ahora mismo los factores de un crecimiento real sostenido a mediano plazo.

En las últimas semanas se han puesto claramente de manifiesto los problemas derivados de la distorsión existente en el sistema de precios relativos. Si no se adopta una estrategia coherente de correctivos en esta materia, los problemas tenderán a agravarse, con serios perjuicios para el crecimiento y la generación de empleo digno.

Los diversos estímulos monetarios a la demanda interna, sin un acompañamiento de incentivos eficaces para impulsar la producción nacional, se traducen inevitablemente en el crecimiento de las importaciones legales e ilegales. No es ningún secreto que una porción cada vez mayor de la canasta de consumo popular está compuesta de mercancías importadas, que desplazan no solamente a los bienes manufacturados, sino también a productos típicos de la economía campesina. 

Cuando las distorsiones de precios son muy grandes, no hay prohibición ni control burocrático alguno que impida el ingreso de productos de contrabando, el surgimiento de mercados paralelos o ambos. Y estos riesgos son tanto mayores en la medida en que las economías vecinas sigan instrumentando políticas cambiarias completamente opuestas a las que imperan en el país.

Nadie en su sano juicio recomienda la aplicación de correctivos traumáticos de una sola vez. Lo que cabría explorar, en cambio, es una estrategia coherente de mediano plazo, sostenida en una lectura desapasionada de la realidad interna y las tendencias internacionales.