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MAS autocrítica para nuevo TSE

El consenso de todas las fuerzas políticas del país, incluido el Movimiento Al Socialismo (MAS), sobre la inocultable falta de legitimidad de los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), ha acompañado al sentimiento general ciudadano de rechazo hacia las ahora exautoridades.

El eco que hizo el partido de gobierno a ese sentimiento —que no era de los últimos tiempos— ha tenido como factor positivo encaminar la renuncia general de los vocales esta semana que acaba.

Hay que admitir que si el MAS no secundaba ese rechazo, muy posiblemente los exvocales hoy seguirían en sus cargos por una sencilla razón: la hegemonía política del partido de gobierno. Las declaraciones de sus altos miembros han sido determinantes para la rapidez de esas renuncias, en contraste con otras críticas muy anteriores al TSE y numerosos bochornos públicos y cuestionables gestiones de los vocales.

Hay que destacar esa adhesión    al sentimiento general por parte del MAS. Pero también hay que recordar que fue ese partido el que eligió a ese grupo de autoridades cuyas conductas reprochables tenían un punto en común: su vinculación con el partido que los había designado.

Hoy, el reto es para el MAS. Este partido deberá asumir su responsabilidad de haber elegido a autoridades que no tenían una legitimidad de origen (su parcialidad fue cuestionada desde el momento mismo de su posesión) y que tampoco lograron granjearse una legitimidad de ejercicio, con un buen desempeño posterior que habría podido matizar el descrédito inicial. Eduardo Leaño explica en esta edición ese doble fracaso de los vocales: uno   de origen y otro de gestión.

Al tener el MAS la última palabra, este partido deberá pasar por un debate interno de autocrítica, aun si dicha autocrítica no se hace pública, para esta vez elegir a los mejores vocales en cuanto a sus méritos profesionales, su credibilidad y su independencia absoluta, sin la mínima sospecha de una vinculación partidaria.

El editor