Reliquias y memoria
Elementos rutinarios se convierten en reliquias mágicas cuando se siente la ausencia del amigo.
No importa cuánto tiempo ha pasado, todavía uno espera escuchar a Rubén Vargas comentando los descalabros del Tribunal Supremo Electoral (TSE) —entidad en la que trabajó cuando se llamaba Corte Electoral— ironizar sobre el caso Belaunde o acerca de la corrupción en la FIFA.
Decir adiós no es fácil cuando se está consciente de que la despedida es permanente. El subconsciente nos obliga a buscar esa rutina familiar, pero cuando nos damos cuenta de que eso ya no es posible, el impacto nos sacude el espíritu y lo tumba.
Sin embargo, los que conocimos a Rubén tenemos la ventaja de conservar parte de su personalidad (caballerosa, educada y de gran sentido del humor) plasmada en sus propias palabras; en sus dos libros de poemas, en los que entabla diálogos directos con el lector y con otros escritores; en sus artículos de opinión, en los que, con un agudo sentido del humor, denunciaba crímenes y errores; en sus evaluaciones literarias y en su trabajo en el suplemento Tendencias.
Las letras nos solo sirven para comunicar ideas, nos permiten conservar el alma de los autores y, de esa forma, aligerar la nostalgia.
La tecnología también nos ayuda a conservar la memoria de los que se fueron. Ya sea mediante videos o grabaciones de voz, incluso los comentarios en las redes sociales sirven de bóveda para los recuerdos, señales de nuestro paso por el mundo.
Es por eso que buscamos conservar esos recuerdos a como dé lugar. Incluso aunque en vida el hecho de disfrutar y compartir aquellos intereses en común (plasmados en papel, disco duro u otro soporte) no pasaba de ser algo cotidiano, la ausencia de ese ser querido los convierte en algo mágico, algo vital para recordarnos que somos más que existencias efímeras que desaparecen como un sueño.
Así, el interés de un tío querido en la historia de la ciudad de Santa Cruz y los movimientos culturales se convierten en lecciones importantes de la historia familiar; o bien las películas y libros que se recomendaron ahora cobran gran importancia.
Y en el último año Rubén trabajó en eso, parte de un equipo destacado con la misión de recuperar memorias, historias, investigaciones y poemas para la Biblioteca del Bicentenario, cuyos ejemplares verán la luz en la Feria del Libro de La Paz.
El coordinador del proyecto, Marco Montellano, resaltó que Rubén Vargas fue quien hizo notar la importancia de la poesía nacional; y de allí nació la idea de publicar una antología poética; proyecto que esperemos se mantenga y que incluya los versos del maestro que no solamente ponía en crisis al lenguaje, sino también a los poderosos de turno y a su propia vida, siempre con humor.