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Repensar para reciclar

Una de las frases más conocidas del habla hispana es: “Ponga la basura en su lugar”. Su origen se remonta a México durante los Juegos Olímpicos de 1968, evento que impulsó una de las campañas de educación ambiental más famosas de América Latina, adoptada y aplicada hasta la fecha en varios países del hemisferio, incluyendo el nuestro. Cabe preguntarse ¿cuánto hemos avanzado en esa tarea?

Según el último informe del Viceministerio de Agua Potable y Saneamiento Básico (VAPSB), los bolivianos generamos cada día aproximadamente 5 millones de kilos de lo que denominamos “basura”. Sin embargo, basados en la ley de conservación de la materia (nada se destruye, solo se transforma), los desperdicios que generamos cada día no deberían considerarse como basura. De hecho, según la misma fuente, el 55,2% de los residuos que generamos en el país son de carácter orgánico (cáscaras de fruta), el 22,1% puede ser reciclado (papel, plástico, vidrio), y el 22,7% es clasificado de no aprovechable.

Si bien en el pasado los desechos eran considerados como basura por su “escaso valor económico”, hace más de dos décadas que varias organizaciones mundiales promueven un término más adecuado: residuos sólidos. Desde esta perspectiva, en la Cumbre del G8 en junio de 2004, el Primer Ministro del Japón presentó por ejemplo la iniciativa de las tres “r”: reducir, reutilizar y reciclar, para construir sociedades orientadas hacia el reciclaje.

En la misma línea, en el país la Ley Madre Tierra establece que los bolivianos debemos mejorar los hábitos de consumo (reducir, reutilizar) y establecer una gestión cíclica de los residuos. Es decir, aplicar tecnologías de reciclaje, compost y generación de energía, bajo un enfoque de transformación de los residuos, en el que los desechos no aprovechables deberían ser almacenados hasta que se desarrolle la tecnología para tratarlos.

Hemos pasado del “Ponga la basura en su lugar” a la “Gestión de residuos”. Sin embargo, en el país menos del 8% de los municipios cuentan con los llamados rellenos sanitarios. En hábitos de consumo, por ejemplo en el país se renuevan 5.000 celulares diariamente (Fundare 2011). Además, las escuelas no abordan esta temática como parte de su currículo; así como tampoco lo hacen la mayoría de los diferentes niveles de gobierno a la hora de elaborar las políticas sociales, económicas y medioambientales.

Si durante más de 47 años hemos tenido problemas con poner la basura en su lugar, el desafío de las 3R implica una gestión integral, que nos llama como ciudadanos a pensar si realmente necesitamos consumir tantos productos o renovar tanto, o si el mejor lugar de los residuos es lejos de nuestra vista, sin considerar que lo que se bota se consume de algún modo.