Icono del sitio La Razón

Escribir cada 15 días y su impacto

Escribir breves reflexiones cada 15 días, en gran medida subjetivas, sobre diferentes temas de nuestro país y/o el mundo, y que intentamos sea una aproximación crítica es una tarea muy interesante y gratificante. Al principio me preguntaba sobre la columna de opinión, ¿a quién le interesaría leer? Tal vez a alguien que le gusta pasar el tiempo… Sin embargo, con el pasar del tiempo han sido muchas y gratas las sorpresas de comentarios que fui recibiendo. Comparto algunos de ellos con los interesados.

Recuerdo que un hermano me abordó en la calle para felicitarme y decirme que es parte de un grupo de aymaras y quechuas de El Alto, y que siguen mis reflexiones; incluso me dijo que fotocopiaban mis artículos para leerlos con calma y discutir sobre los diferentes temas abordados. Fue una de las grandes alegrías al saber que nuestras modestas reflexiones al menos eran seguidas por gente interesada en los temas que yo abordaba.

También recuerdo que otro compañero me comentó (abordándome también en la calle) de algunos temas delicados sucedidos en su comunidad y que no había merecido ninguna atención de los periodistas, pese a que habían enviado alguna carta. Y me consultó sobre la posibilidad de que yo pudiese abordarlos aunque sea de carácter muy externo; y así fue. Es decir, me convertí en un portavoz de una comunidad entera, cumpliendo así con el deber de acercarme y difundir lo sucedido basado en lo que me habían contado, e incluso leí alguna documentación sobre lo acaecido.

Recuerdo que en otro momento alguna columna mía tuvo gran impacto, y casi inmediatamente me llamaron por teléfono para que pueda ampliarles sobre algunas afirmaciones vertidas que habían despertado alguna inquietud. Entonces volví a preguntarme, ¿realmente estamos contribuyendo a reflexionar o al menos en colocar en la sociedad algunos temas de los que no se dicen mucho? Otra sorpresa grata fue recibir comentarios de varias autoridades del Gobierno central o de algún alto funcionario de la Alcaldía. Por ejemplo, en una ocasión me tocó polemizar con una autoridad municipal de manera respetuosa y grata, y —lo más importante— jamás dejamos de ser amigos y seguimos preocupados por Chuqiyapu marka o la ciudad de La Paz.

Todos estos hechos me incitan a afirmar que la prensa escrita aún tiene un fuerte impacto en nuestra sociedad y fuera de nuestro país. A raíz de varios artículos míos publicados nos conectamos con compatriotas nuestros que viven fuera del país. Pero también con bolivianistas que nos siguen o que siguen ciertos temas y me escriben no solo felicitándonos, sino también pidiendo mayores datos; en fin, lo que la prensa posibilita.

Todo eso es posible gracias a la labor de La Razón, en la que estoy más de cuatro años a invitación de su directora Claudia Benavente. Creo que adquirimos cierta particularidad de terminar escribiendo en aymara, aunque en un principio pensaba escribir solo en aymara, pero decidí optar por una especie de bilingüismo, pues todavía no tenemos un espacio comunicacional para escribir en aymara, a pesar de que formalmente vivimos en un Estado Plurinacional que reconoce que todos los idiomas ancestrales son lenguas nacionales. Empero, a pesar de este logro formal, no existen espacios específicos donde escribir en nuestros idiomas ancestrales. Muchas gracias y felicidades a La Razón y asu gente en su mes aniversario (7 de junio), que día a día nos informa y nos permite pensar sin ninguna censura.

Ma jach’a jallallt’awi La Razon ukan irnaqirinakaru. Nayraqataru sarantasipkakima yatiwayinakampi. ¡Jallalla!