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Comprometidos

Gran Poder se posterga una semana por misterioso asesinato de párroco”, este titular quedó registrado en la publicación del 7 de junio de 1990, el primer número del periódico
La Razón. Ese año, Bolivia presidía por primera vez el G77, en el mundo todavía se celebraba la caída del muro de Berlín, Nelson Mandela había sido liberado y Chile volvía a vivir en democracia. Todos los hechos quedaron impresos en el periódico que a partir de ese día iniciaba este trabajo que nunca se detiene, siempre registrando la noticia, siempre informando.

En marzo de este año tuve la oportunidad de compartir con los editores de La Razón y me conmovió encontrar gente capaz de cuestionar y cuestionarse la importancia de la noticia desde el impacto que produce ese hecho en la vida del ciudadano común. ¿Cómo le afecta esta información al hombre de a pie? ¿Cómo hacer para que la gente tenga suficiente información antes de votar? Solo había 3,5 semanas efectivas para conocer la modalidad de las elecciones departamentales, los candidatos a las gobernaciones y a las alcaldías de todo el país. El Tribunal Supremo Electoral aún no había aclarado que el día de las elecciones el ciudadano recibiría dos papeletas que debía depositar en dos ánforas distintas. Mucha información para tan poco tiempo. Vi a los periodistas repartirse tareas y asignarse espacios de acción sin ninguna mezquindad.

Y los vi intentar equilibrar, unas veces con éxito y otras no tanto, las horas dedicadas a sus hijos, su familia y sus propios espacios, para no fallar en el reto que habían asumido al escribir para el periódico y la misma noticia presentarla en el programa de televisión Estamos a tiempo, con la intención de llegar a distintos públicos en diferentes medios y con la mejor calidad posible. Fue un buen momento para aprender de su vocación de investigadores, lo que queda demostrado en Informe Especial, el suplemento de investigación de La Razón, con ediciones como aquella dedicada a la trata y tráfico de personas, en la que la denuncia viene acompañada de testimonios, datos y nombres, o Militares gay, entre la discriminación y la clandestinidad, que devela un tema tabú absolutamente oculto a la sociedad, o el que da cuenta de los pequeños “polleros” guaraníes refiriéndose a los niños peladores de pollos, actividad que no figura entre las 21 formas de explotación infantil laboral.

El trabajo de investigación periodística de La Razón es la muestra del esfuerzo y compromiso asumido con valentía, porque investigar y hacer público algo que se trata de ocultar entraña un riesgo. ¿O no es peligroso hablar sobre los coyotes bolivianos que trasladan dominicanos? Felicidades, amigos y compañeros de La Razón.