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La Razón

De pequeña, el periódico era para mí sobre todo un instrumento de limpieza, para “chupar” el agua o algún otro líquido derramado, o para limpiar eficientemente los vidrios y las ventanas. También lo utilizaba como aislante para el frío en los zapatos o como parche medicinal caliente en los pulmones, junto al Mentisan, cuando teníamos tos o estábamos resfriadas. Tenía además otros usos caseros que hacían del periódico un artículo de primera necesidad en mi casa y en la casa de mis amigas del barrio.

Algunas veces, en el descanso de la limpieza de vidrios y ventanas una que otra figurita, alguna fotografía o un titular llamaban mi atención y los leía u observaba. No recuerdo bien cuáles eran aquellas imágenes que me convocaban a mirarlas, pero el deportivo seguro que sí. Alguna que otra vez el periódico llegó a mi casa recién salidito, en domingo, o excepcionalmente cuando se producía un golpe de Estado organizado por los militares en complicidad con los partidos políticos de turno. Entonces había que leer la nómina de muertos, para así tener alguna noticia que compartir oralmente con las vecinas y vecinos.

Es necesario un medio de expresión y de comunicación que no censure. Yo viví la censura en el periódico feminista Mujer Pública, que hicimos en Mujeres Creando, luego de la división de esta organización. Por eso valoro a La Razón como periódico, porque no censura ninguna de las ideas expuestas; alguna que otra discusión tenemos con el editor de opinión, pero no llega a mayores.

Para mí es importante el respeto y tener la confianza de poder expresar lo que siento, pienso, amo y deseo. Todas y todos tenemos nuestros puntos de vista y nuestras ideas, lo importante es la responsabilidad al escribir y al publicar. Hemos visto que los medios de comunicación tienen “dueños”, incluidos los del Gobierno, y que el espacio de la comunicación está en disputa.

Por cierto, en muchos casos es mayor la manipulación que la comunicación. La libertad de escribir y la responsabilidad con la comunidad en el escribir están íntimamente relacionadas; para mí, son parte indisoluble una de otra y constituyen la base misma de la comunicación.

Cuando La Razón me invitó a ser columnista, entendí este desafío como parte del camino de lucha recorrido, y decidí articular mis reflexiones en palabras que hagan sentido y que sirvan para fortalecer un proceso de cambio que me parece —aun en medio de todas las críticas que tengo— lo mejor que le ha podido pasar al pueblo boliviano.

Por cierto, no sé a quién se le ocurrió el nombre de La Razón, que me parece bien patriarcal, pues hace referencia a la existencia de una “razón” por sobre los sentimientos, deseos, emputes, amores… Yo “rebautizaría” al periódico aprovechando la parafernalia mojigata por la llegada de un Pancho que panchamente se cree enviado de dios —y señor editor, respete la minúscula— digo, renombraría a La Razón por “La Razón es parte”. Creo que falta una mirada de más denuncia y lucha contra el patriarcado en sus páginas. Por todo esto, ¡felicidades en sus 25 años a este periódico que nos cobija en sus páginas!, y que sea en buena hora.